Desde pequeños se nos había dicho que el “Pozo San Lázaro” de Zaragoza era terrible, que había ballenas y que incluso se comunicaba directamente con el mar. Cuando paseábamos por el Puente de Piedra y nos asomábamos para verlo, lleno de corrientes y de simas, de remolinos que nos señalaban los padres como tremendos, nos imaginábamos que dentro debía vivir como poco el demonio.
Dicen los malos entendidos que se ha empleado a veces para suicidarse, algo falso pues en nuestra sociedad nadie nunca se suicida y si no, buscar en los periódicos y veréis como tengo razón. ¡¡Uff!!
Dicen incluso, que emulando a los enamorados que tanto abundan por nuestras tierras, una pareja de jóvenes a los que sus padres les prohibían seguir enamorados, se ataron con un cachirulo unas grandes piedras y se hundieron con el amor eterno abrazado. Cosas que pasan o cosas que se cuentan de oídas.
En el año 1971 un autobús se cayo al Pozo de San Lázaro para darle más morbo al torrente de ideas sobre el mismo. Se asegura que nueva personas nunca se encontraron entre los cadáveres, atrapados por el pozo, llevados hasta el mar, recogidos por el demonio. Nunca se sabrá.
En el año 1975 los bomberos de Zaragoza bajaron a dejar una imagen del Pilar de 150 kilos de peso y a darse una vuelta para alcahuetear. Aseguran que nunca vieron la salida hasta Salou, pero igual no miraron bien.
Sí que hablaron de unos 15 metros de profundidad en la sima, de una gran suciedad y oscuridad total, de grandes bloques de piedra y de árboles secos pero sobre todo de aguas muy sucias. No había cadáveres. Ya.
Hay teorías más científicas que intentan quitarnos el miedo a la vez que intentan tapar lo bonito de las teorías más negras. Dicen que los romanos —vete a saber tú cómo lo saben— en su intento de hacer un puente en el lugar del actual Puente de Piedra desviaron el cauce del río Ebro hacia el Rabal para poderlo edificar sin que las aguas bravas les molestaran mucho, sabiendo que por aquellos años el cauce real del Ebro era más cercano a la actual posición del Templo del Pilar.
En el lugar del Pozo de San Lázaro hay una gran zona de roca, de la que extrajeron bloques para la construcción del nuevo puente, antes de volver a trasladar el cauce del Ebro a su zona primitiva. Y que por la extracción de esos bloques de roca, quedó un gran hueco que luego las aguas del río convirtieron en una sima profunda.
Ahora gentes venidas de lejos, sin conocer los miedos del Pozo de San Lázaro se acerca hasta sus orillas en busca de siluros, esturiones o demonios. Que dios los pille confesados si se llegan a comer sus carnes pestilentas.