La fiebre de nuevos consumidores televisivos, los niños,
artificialmente creada por los programas
de alta gastronomía, entre todos el mejor es nuestro, del Yranzo y el Oliva
ensemble, puede representar una interesante aportación al desarrollo rural bien
entendido y la recuperación y producción a través de semillas autóctonas de
productos tradicionales. Y que las mismas representen debidamente potenciadas
oportunidades de desarrollo de determinados puntos del país. Como se ha hecho
con la trufa o con la recuperación de la parraleta por la denominación
Somontano, como ya no hace falta hacer con el tomate rosa de donde sea, como
habría que potenciarse en el caso de la cereza del Somontano oscense.
Se está advirtiendo incluso un turismo gastronómico en este
sentido, con visitas guiadas a las explotaciones y posterior degustación que
pueden sustituir a las actividades en las
famosas granja-escuela. Ante la tesitura del importante desempleo en
Huesca y Teruel y dado que su análisis manifiesta su procedencia y origen en la
construcción, en el caso de los hombres, se está produciendo un interesante
relevo de productores e incorporándose al sector primario esa fuerza excedente
de las obras públicas ejecutadas en estos territorios.
Con la construcción al ralentí y parte de esa mano de obra
ocupada en rehabilitar, aunque es claro que no podrá subvencionarse la
rehabilitación de segunda vivienda que constituye en el Pirineo más de la mitad
del parque existente, la otra parte y algunos neorrurales se están lanzando a
interesantes proyectos. Proyectos que se consolidarán si se entregaran
comunales y patrimoniales municipales a estos emprendedores por necesidad y no
para acrecentar la PAC percibida por esa parte de la población rural tant
cuidada por el otro partido presuntamente aragonés.
Parece que la patata de Chía tiene mucho de delicatessen y
que sus 30.000 kilos son requeridos por la hostelería casi inmediatamente de
arrancados de la tierra. Se conoce, como en el caso de Cella, que la altitud y
pureza de las aguas y la composición del suelo, que de todos estos factores
nace un posible sustento para unas 20 familias entre productores,
distribuidores y, sobre todo, aprovechar el efecto difusión de esta patata que
puede producirse desde Cerler o, en el caso de Cella, desde la Fundación Santa
María de Albarracín y el restaurante con estrella Michelín de Orihuela del
Tremedal.
En el caso de Chía además la interesante experiencia de la
escuela de hostelería de Guayente, sobre la que hablaremos en otro momento, y
la introducción en fase de su comercialización de El Remós, le han dado un
sesgo social a tan inteligente proyecto. El Remós es una singular iniciativa
para que las personas con discapacidad del valle de Benás no se desplacen y se
está dedicando a colaborar en poner la patata de Chía en conocimiento de cada
vez más consumidores. Lo que están sin duda consiguiendo.
Un ejemplo de proyecto generado desde la necesidad, que ha
cubierto un hueco interesante, está recabando subvenciones y premios sin parar
y contribuye a la creación de una mediana empresa de inserción con
profesionales al servicio de toda su comunidad.
Luis Iribarren. 19/11.