Desde un tiempo a esta parte vamos camino de nada. Verso de la canción de Labordeta aplicable a nuestro Real Zaragoza en estos negros años. La entrada de la actual fundación, gentes relevantes de la sociedad aragonesa, zaragocistas de pro, llevaron al zaragocismo de la desesperanza a la esperanza en la mayor crisis de la historia del equipo aragonés.
Esa estabilización en el funcionamiento del consejo directivo nos sacó de la depresión, por fin ya solo se hablaría de lo sustancial, lo deportivo. Primera temporada con los nuevos propietarios y secretaria técnica. Una temporada con altos y bajos, y cuando ya nadie esperaba nada, fue esquiva al final, faltaron unos pocos minutos para lograr tan anhelado ascenso. Pero un año más seguiríamos en Segunda. Dirección y cuerpo técnico se mojan esta segunda temporada, ¡subir o subir! Imperiosa necesidad por prestigio, historia y ciudad, y más aún por la actual situación económica que pone en peligro la viabilidad del club.
En esta continua devaluación la afición ha estado siempre, la que antes gozó y ahora llora, cuando fuimos grandes, muy grandes, y ahora nos encontramos en la miseria actual. Se nos está agotando el crédito porque nuevamente empezamos a desconfiar. La escalofriante estadística del equipo, desde la llegada del actual técnico no puede ser más negativa, 42 jornadas 15 victorias, compitiendo en una paupérrima Segunda División.
No hablar de la triste imagen, no solo fuera, sino en la propia Romareda, con una actitud encomiable de una sufrida afición, (impensable en otros tiempos) pensando que el fin justifica todo. Pero llegados a este punto ¿ahora qué? ¿De verdad queremos subir? Esperar mientras la Liga avanza, a ver si la suerte nos sonríe, improvisando o poniendo velas a la Virgen del Pilar mientras nos hundimos o seguimos de relleno, en una categoría impropia, no es la solución.
Urge quizás antes de que sea tarde ¿Un cambio de técnico? ¿De actitud en ciertos jugadores? ¿Más refuerzos? ¿O quizás todo eso? doctores tiene la iglesia. La economía es la que hay, pero mucho peor será no conseguir el objetivo de volver.
Hace años que se nos espera.
Daniel Gallardo Marin