Los líos (presuntos) del tranvía de Zaragoza pueden marcar un baile que irá en crescendo de aquí a diciembre y se irá apagando según avance el año 2016. Siempre y cuando el juez no encuentro chicha o pescado azul. Son las manías de algunos políticos conservadores por intentar que sean los jueces los que resuelvan sus propias incapacidades lanzando a los jueces contra la política que tiene poca luz. A veces resulta una buena actividad.
Lo cierto es que con el tranvía sucede algo curioso. NO HAY suficiente información. Y eso unido al “todo vale” hace que se puedan soltar perros de presa detrás del hueso de jamón, por ver si tiene chicha o sólo tibia. Ya veremos.
De momento el juez ha imputado a la gerente del tranvía por firmar la última certificación de obra, y así pueda aclarar con calma en el juzgado por qué se incluyeron cuatro obras que no se realizaron. La del traslado de la fuente de la Plaza España, la del traslado de la fuente de la Plaza del Paraíso, el cambio de las entradas y salidas del parking de Puerta Cinegia y una nave en las cocheras de Parque Goya que no se ha realizado.
Podemos estar hablando de algo más de millón y medio de euros, pero también de una situación nada ejemplar de cambios de conceptos en las facturas, algo habitual que se debería haber cortado hace muchos años con todo tipo de obras. No se realizan unas obras pero sí se realizan otras, y las unas por las otras. Muy poco serio a poco que se empiece a rascar.
Menos explicación tiene que no se aceptara en su momento la creación de una Comisión de Investigación que el propio Partido Popular solicitó hace un tiempo, por mucho que sin duda había un motivo político detrás para solicitarla. Cuando no hay luces si no sombras, poner luz es un buen sistema para que todos veamos la limpieza del lugar.
Julio M. Puente Mateo