Nada más entrar en San Francisco el Grande de Madrid, la
primera capilla de la izquierda nos deparará a los zaragozanos dos sorpresas.
Una pequeña imagen de la Virgen del Pilar y en el altar de la capilla un gran cuadro pintado por
Goya.
El cuadro “San Bernardino de Siena predicando ante el Rey”
es un lienzo realizado por Francisco de Goya para la Basílica de San Francisco
el Grande de Madrid, donde como comentamos aún se conserva, y que fue pintado
en la década de 1780 sin tener claro el año concreto.
Francisco de Goya era, en esa época, un joven reputado
pintor de cartones para tapices; pero la crisis de Gibraltar, producida al
inicio del decenio, provoca la escasez de encargos públicos y hace que el
interés del artista se traslade a obras de índole más privada y a obras
religiosas.
En la actualidad hay dudas sobre si Goya quiso representar
al monarca aragonés Alfonso V el Magnánimo o al Rey Renato I de Nápoles
recibiendo las bendiciones de San Bernardino de Siena.
El artista emprendió esta obra con el fin de ganarse el
favor del rey Carlos III, amoldando su forma de pintar al gusto neoclásico que
tanto agradaba al Rey. Esto es patente en la ordenación geométrica de la
composición, en forma piramidal, con casi todos los personajes mirando al cielo
como extasiados.
Se considera que es una de las obras religiosas más logradas
de Goya, quedándose él mismo autorretratado en la figura del joven más a la
derecha con chaleco amarillo. El cuadro es de grandes dimensiones midiendo 4,8
por 3 metros.
El violento escorzo, con una vista de abajo hacia arriba,
donde se sitúa el santo iluminado desde el cielo, lo utilizará posteriormente
en las pinturas al fresco de San Antonio de la Florida. El variado y luminoso
colorido recuerda las pinturas de cartones para tapices pero detalla el rostro
de los personajes, dotándoles de miradas propias y personalidad. Curiosamente el
propio Goya parece desentenderse de la escena, mirando a los espectadores en
vez de a San Bernardino.