Entre los desastres inversores de la Expo 2008 de Zaragoza
está el canal de aguas bravas. Los números son tremendos. Sobre una superficie
de 38.000 metros cuadrados se construyó una simulación de aguas bravas con un
recorridos de 314 metros en herradura con un desnivel de 6 metros. Su diseño
era capaz de servir para todo tipo de pruebas internacionales de piragüismo y
deportes parecidos en aguas bravas.
Iba a ser el icono lúdico del Parque de la Expo e iba a
tener unos 100.000 usuarios año entre los deportes de rafting, piragüismo,
hidrospeed, cano-raft u hot-dogen sus modalidades de descenso, estilo libre y
slalom. La totalidad del Parque tenía un presupuesto de 110 millones de euros y
el canal de aguas bravas sobre los 6 millones de euros. Nunca sabremos los
costes finales, todo hay que señalarlo.
Pero la realidad ha sido muy otra. En
el año 2013 tuvo 277 personas como clientes de este servicio lúdico. No fueron
100.000, solo 277 usos. En el año 2012 se utilizó por 672 clientes. Incluso en
el año 2008, el de la Expo, solo fue utilizado por menos de 4.000 clientes
cuando se diseñó para ser utilizado hasta por un máximo de 800 personas al día.
Si encima sabemos que no funciona bien,
que tiene constantes pérdidas de agua de unos 3,5 litros por segundo, que solo
lo utilizan despedidas de solteros para divertirse; uno debería preguntarse
¿Quién es el responsable de estos desfases de uso?