En Zaragoza suenas revueltas las aguas del trabajo municipal entre miedos tipo "Gamonal" y ocurrencias de algunos políticos que quieren llegar al 2015 inaugurando alguna obra importante como si nada hubiera cambiado en la percepción política de la sociedad.
El efecto Gamonal va a crear mucho daño municipal aunque ahora suene a alegría y libertad. Esta semana el mismo Eloy Suarez del PP solicitaba un referéndum sobre la Linea 2 del tranvía de Zaragoza, mezclando desde la derecha las solicitudes que normalmente hace la izquierda, para quedar guapos y disimular. Desde la oposición quieren que opinemos y desde el gobierno no hablan y reprimen con fuerza quien osa opinar en la calle de forma distinta.
Claro que siempre es mejor que los vecinos opinemos sobre el tranvía que sobre el color del Puente de Hierro, idiotez supina donde las haya. Si caminamos sin control hacia la política asamblearia impulsada por los que nunca habían pensado ser asamblearios ni en su comunidad de vecinos, vamos camino de la congelación política.
En cuanto el Ayuntamiento de Zaragoza tenga dinero nos podrían preguntar si arreglamos la Avenida Cataluña, ampliamos Tenor Fleta, peatonalizamos D. Jaime, resolvemos lo de Arcosur o creamos la Orla Este. Quien más grite se llevará la votación a su redil, jope. ¿Y qué votamos los pocos que iríamos a votar?
O lo que será más normal. Ante el miedo de que estallen los barrios que pierdan, no se hará nada y como no hay ganador tampoco parecerá que hay perdedores.
El trabajo municipal lo deben hacer, programar, gestionar los políticos. Efectivamente los políticos válidos. Pero es que si elegimos a los imbéciles los que erramos somos nosotros y no ellos. Si pensamos que es posible la autogestión y que además es positiva, que en asambleas es posible mejorar el funcionamiento de la sociedad es que no tienen ni idea de lo que es una asamblea desde el punto de vista de productividad y eficacia. Para que la autogestión y la asamblea funcione antes hay que aprender, formarnos socialmente todos, ser capaces de hablar más bajo, sentados y con calma y escuchar mucho más.