De pequeño me producían sorpresa, deseos de conocer su sentido, admiración por que una cosita tan pequeña estuviera tantas veces repetida en la pared de La Lonja de Zaragoza. No entendía su sentido pero los admiraba. Les ponía la mano pequeñita para ver si salía aire pero nunca noté nada. Creo que con los tiempos he adivinado que son para evaporar la posible humedad de las paredes. Pero no estoy totalmente seguro. Me siguen gustanto y los miro cuando apso a su lado. Ellos no envejecen.