17.1.14

Que no expolien los Fueros de Aragón. Por Miguel Martínez Tomey

El Director de la Fundación Gaspar Torrente, Miguel Martínez Tomey, escribe un artículo muy contundente en "La Tribuna" de Heraldo de Aragón, sobre el respeto que se merece Aragón, sus Fueros y sus documentos históricos, que dejamos a continuación.
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En medio del regocijo que supone el descubrimiento de la que puede ser la versión escrita más antigua de los Fueros de Aragón (y además, en aragonés), algunos no dejamos de ver con perplejidad la forma en la que nos hemos enterado de dicho hallazgo y del hecho consumado de su ubicación fuera de territorio aragonés. Según la información que publicó ayer HERALDO De ARAGÓN, la noticia la dio la Biblioteca Nacional como receptora del documento que le donó su descubridor, Miguel Carabias. 

En dicha información hay detalles que convendría aclarar, como las dudas del Sr. Carabias sobre si donarlo a una institución aragonesa (¿contactó con alguna de nuestras autoridades?) antes de decidirse por la Biblioteca Nacional. También es relevante notar que, según refiere la noticia, Miguel Carabias compró el documento en Aragón a un comerciante que no era consciente de su valor (¿qué procede hacer con un documento adquirido en Aragón, que tiene una legislación que afecta a esta pieza, a su transmisión y a su potencial propiedad, cuando se descubre que tiene un valor extraordinariamente mayor al que se creía?).



Estas y otras preguntas deberían ser contestadas antes de dar por bueno lo que se presenta como un hecho consumado: la propiedad de dicho documento por parte de la Biblioteca Nacional. Y ahí surge la pregunta de si se ha infringido (¡una vez más!) la Ley de Patrimonio Cultural Aragonés.

Desde la Fundación Gaspar Torrente entendemos que la alegría por el descubrimiento está justificada, pero queda seriamente empañada por lo que —de no contestarse como es debido a las preguntas sobre la legalidad de la donación realizada— no habría de ser sino otro lamentable expolio del patrimonio aragonés.


Estamos ante un bien de interés cultural aragonés sujeto a las prescripciones que contempla nuestra legislación (aragonesa y estatal) destinadas a supervisar su transmisión y, en su caso, a ejercer el derecho de tanteo que permita su adquisición y custodia por parte de las instituciones aragonesas competentes. Las autoridades aragonesas deben mostrarse activas en este sentido así como los responsables de la Biblioteca Nacional en colaborar en el cumplimiento de la legalidad y, en su caso, en la recuperación de este bien cultural de alta significación para el pueblo aragonés.



De no ser así nos encontraríamos con el enésimo caso de expolio descarado del patrimonio aragonés (¡prácticamente en nuestras propias narices!), en el mismo nivel de gravedad para nuestra memoria y dignidad que el que representan los famosos bienes de la diócesis de Lérida, las pinturas de Sijena, los arcos de la Aljafería o los papeles de Salamanca.


Tenemos ya suficientes calamidades como para añadir otra a nuestro listado de agravios y pérdidas. El Vidal Mayor se encuentra en California desde hace un siglo por el abandono, la ignorancia y la desidia de nuestras autoridades, y no hay en Aragón quien no se conmueva cuando ha tenido ocasión de contemplar lo que es mucho más que un documento antiguo o de extraordinaria belleza: estos papeles representan también la fibra más íntima y sensible de todo lo que somos y hemos aportado desde Aragón al mundo como pueblo.

Por esos Fueros pugnaron, murieron y mataron nuestros antepasados, convencidos de las virtudes superiores de su sistema de libertades, y solo siglos después se reconoció en los Estados de Derecho el enorme valor precursor de nuestros Fueros como Constitución Política. Por esa razón este documento ha de estar accesible al conocimiento de todos.


Pero (depositado) en Aragón, la patria que dio luz a la libertad civil.