Hoy Heraldo de Aragón ha publicado dos páginas sobre la despoblación en Aragón, poniendo de manifiesto una vez más el enorme problema que representa para Aragón la despoblación que se nos antoja irreversible.
Cuando parecía que empezábamos a remontar levemente en número de aragoneses censados, desde el año 2013 y por efectos de la crisis económica, estamos volviendo a bajar a cifras similares a las del 2007.
Tener un 1.300.000 aragoneses es muy poco para el enorme territorio que tenemos, y además están muy mal repartidos.
Estamos pues ante una década perdida y delante de un problema muy grave para Aragón, del que no existen fórmulas mágicas. Todxs vamos a tener que poner mucho de nuestra parte, pues los nuevos habitantes no vienen del cielo ni los trae la casualidad. ¿Todavía no lo asumimos cada unx de nosotrxs como un grave problema?
Los aragoneses no queremos tener más hijos, y además muchas veces nos da la sensación de que tampoco queremos que vengan personas desde fuera de Aragón a vivir con nosotros. El futuro si no lo remediamos, y a corto plazo, un enorme desierto mal repartido además, con algunas manchas habitables y mucha soledad. ¿Estamos todos valorando bien lo que esto supone?
Supondrá menos poder político, menos respeto desde territorios vecinos, menos economía, abandono de servicios, enormes costes de cualquiera de ellos por las enormes distancias, zonas totalmente deshabitadas, empobrecimiento, pérdida de identidad como territorio capaz e histórico. Quedará Zaragoza y una docena de localidades capaces de atraer a los aragoneses colindantes. El resto veranos y fines de semana.
Me consta que desde el Gobierno de Aragón están muy preocupados ante esta realidad persistente. Pero más preocupados todavía ante la falta de medidas concretas con las que atajar este problema que se está convirtiendo ya, en un drama para algunas Comarcas aragonesas.
He planteado alguna vez ya en este blog, realizar trabajos selectivos, casi de ingeniería social, de sociología manipuladora, para lograr diseñar un Aragón nuevo con más localidades de 5.000 y 10.000 habitantes que fueran capaces de ejercer de imanes a inversiones diferentes a las actuales. Suena fatal, pero no hay muchas más posibilidades. Eso o la muerte como territorio. Muerte lenta, pero inevitable.
Aragón debe creerse que estamos ya en el siglo XXI, en el de las migraciones, y para ello debería comenzar a realizar con mucha contundencia un trabajo pactado entre todas las fuerzas sociales, de pedagogía social para explicar qué supone este problema y ante qué tipo de soluciones nos vamos a tener que mover, si queremos incidir en resolverlo.
No vamos a poder dar soluciones en el corto plazo, debemos pensar ya en nuestros hijos y nietos, en un nuevo Aragón abierto, como siempre ha sido a lo largo de su historia. Y hacerlo bien supone explicarlo muy bien y saber trabajar con audacia y mucha dedicación social.
Julio Puente Mateo