Si el infierno existiera Alepo sería su antesala decorada por una guerra que desde 2011 desgarra la ciudad y toda Siria. Miles de personas, muchas de ellas niños y niñas, sobreviven en la que fue el mayor centro turístico del estado, hoy día sin las mínimas necesidades básicas, rodeadas por escombros y cadáveres.
Hospitales, escuelas, transportes de ayuda humanitaria, se han convertido en el blanco preferido de los múltiples enemigos que pueblan ese país. Lo que empezó siendo una protesta popular por las torturas a las que sometió el gobierno sirio a un grupo de jóvenes que expresaron en unas pintadas su oposición al régimen de Bashar Al Asad, iniciado por su padre en 1971, se ha convertido en una guerra de guerras, en la que hay múltiples bandos, intereses y religiones.
En las divididas filas de quienes se oponen al dictador se fueron colocando diferentes grupos terroristas como el Estado Islámico o la facción de Al Qaeda en Siria. Y esto ha sido la excusa para que Estados Unidos se metan en una guerra en la que, además, el petróleo lo tiñe todo de negro.
Siria actualmente es un país de 18 millones de habitantes, de los que 400.000 han muerto por la guerra, donde casi 11 millones se encuentran desplazados dentro de sus propias fronteras y otros 4 millones han tenido que abandonarlo. Es también el mayor conflicto internacional que tenemos encima de la mesa estratégica mundial (maldita palabra), en la que Bashar Al Asad y sus aliados Irán y Rusia juegan al Risk pero con la vida de inocentes.
Ya veremos cuánto tarda Trump en empezar a tutelar la intervención de su ejército en la zona.
Visto desde aquí, la actualidad de Siria genera una breve noticia en los telediarios. Sólo se nos encoge el alma por un instante cuando vemos imágenes como la de Omran, el niño superviviente de un bombardeo en Alepo o la del pequeño Aylan, muerto junto con sus hermanos y madre en una playa turca en su huida del infierno.
Los países ricos de Cccidente pronto se olvidan del dolor y la sangre en esa otra parte del mundo, al desviar la atención por los golpes terroristas sufridos en Madrid, Nueva York, París, Londres o Bruselas. Ya lo dijo Erasmo de Rotterdam: “La paz más desventajosa es mucho mejor que la guerra más justa”.
Daniel Gallardo Marin