Dedicado a Irene Figueroa Mimó, Irene de Alegre. En este momento reside
en Kyoto. Me mandó bellísimas fotos de la floración japonesa. Te queremos.
Este día otoñal, de agua para las patatas, será crucial para
retardar un poco lo avanzados que van los cereales y frutales esta campaña.
Agua de abril, para llenar los graneros. Menos en la montaña, que está
lloviendo tanto que no pueden echar nitrato en los campos. A lo largo de este mes, que será nuestro mes de María, vamos
a reivindicar y compartir con vosotros la floración aragonesa. Hanami, que se
dice en japonés. Os invitamos a mirar las flores. Mirar su belleza.
Hay dos lugares donde hoy ponemos nuestra atención: urbano y
rural. En Zaragoza, la calle Universidad del muy querido barrio de
la Madalena exhibe su momento más glorioso del año. La umbría generada por el
instituto que ha sustuido a la antigua Universidad de Zaragoza –edificio
bellísimo, está permitiendo que las columnas de árboles en dicha calle
plantados presenten su espectacular presencia floral que durará unos 10 días.
Se trata de los denominados “árboles
del amor”, del que también existe un bellísimo ejemplar en la Plaza San
Franciso.
Calle Universidad,
barrio de la Madalena y plaza San Francisco (entorno de la actual Universidad),
Zaragoza. Lugares por equipamientos y árboles hermanados.
Os añadimos foto del de la plaza. Es verdad que Zaragoza
está perdiendo en general gusto por el cuidado de los árboles, pero hay
excepciones. En todo caso, en la entorno de la torre de la Madalena el
efecto es una cortina-bóveda floral preciosa creada por los árboles, que
compensa un poco la pérdida de la sede universitaria. En la foto histórica, se advierte que la actual imagen de la
Madalena, por tan turolense, no es sino una recreación en una rehabilitación
que en el presente momento no se llevaría a efecto. Se debe comparar con la
autenticidad y respeto de la restauración de San Gil Abad.
El espectacular
retablo de Bolea. Renacimiento pictórico aragonés.
Bolea el Japón aragonés de
secano.
Contrastamos la Madalena con un hanami no urbano. Es el
momento de visitar Bolea y su entorno, ver sus trigales desde la barbacana de
la Colegiata, entrar a admirar uno de los mejores retablos renacentistas
europeos y luego dar una vuelta por sus cerezos, ordenados o históricos… Pasar
un día maravilloso y comer buena gastronomía en Bolea, a terminarse con un
aguardiente de cereza. Las imágenes corresponden a una brotación de cerezo
ornamental y al paisaje de Bolea hace dos semanas, con Gratal levemente nevado,
en conjunción con la blancura de la flor de cerezo.
Aragón: bellísimo destino floral. Nada hay que inventar ni
invertir, ya se tiene y es una forma, además, de reivindicar la especial
calidad de nuestra fruta. Que el Gobierno de Aragón despierte en este punto.
04/04 Luis Iribarren.