Dedicado a las familias de Berdún que pudieron tener una vida digna
trabajando en las industrias químicas de Sabiñánigo: Fosforera y Aragonesas.
Esta entrada va dedicada en particular a Sabiñánigo.
No será la única. La memoria afectiva de la montaña oscense occidental está
ligada a las luces y las sombras de este reciente asentamiento que multiplicó
por cien su población en el siglo XX, viviendo una explosión demográfica
comparable a las grandes ciudades inglesas del siglo anterior o como Zaragoza
en el mismo momento.
El entorno industrial de la localidad, tan
complementario a Jaca, alberga un sinnúmero de servicios e iniciativas que han
favorecido, dado brillo con sus iniciativas y permitido en realidad la vida en
la montaña. La de sus habitantes sin patrimonio ni tierras. Así, quizá su más
relevante aportación haya sido la de poder hacer una emigración interior hacia
Sabiñánigo dentro de la propia comarca para vivir una vida fuera de la casa
montañesa. Con un salario digno e independencia suficiente para formar una
familia, sin que la casa y el origen pesen.
Plaza del Ayuntamiento de Sabiñánigo es la de
un pueblo de nueva creación en el siglo XX, racionalista sin estar justificado
como en Teruel por la destrucción de la Guerra Civil. Es la imagen que
corresponde a un “pueblo de colonización”, el far west de la montaña occidental
de Huesca donde intentar un sueño americano, emanciparse de la esclavitud de la
casa de la montaña.
Pero, además, en los años 70, Sabiñánigo lideró un
impulso regenerador del románico lombardo que motivó un orgullo por la
singularidad del arte pirenaico que trascendió el Serrablo. Tras ello, fue a
vivir Severino Pallaruelo y empezó a publicar estudios y libros que
dignificaron la montaña. Luego vinieron las crisis en Aragonesas y el desastre
de gestión de Bailín y el lindano, que no se pueden imputar a Sabiñánigo. Todo
ello lo vivió también Monzón al mismo tiempo y por las mismas razones. Por
último, aparecen Escartín y el impulso desde el Club Ciclista Sabiñánigo de la
Quebrantahuesos. Todos estos temas merecerán atención particularizada. Más que
Jaca, es Sabiñánigo por su composición poblacional y diversidad de su vida social
el alma de la montaña.
Pero esta entrada quiere poner la atención sobre
López Otín y Elías Campo, el último de Boltaña. Ambos en Oviedo están con sus
investigaciones suponiendo un revulsivo para el combate contra el cáncer por
sus descubrimientos y catalogación de proteínas asociadas al mismo y su
crecimiento.
Podéis encontrar abundantes entrevistas e
información en la red acerca de sus interesantes investigaciones. Se puede
decir que desde Ramón y Cajal, López Otín es el principal científico aragonés
de la historia en este campo, candidato como el primero a un Nóbel bien
merecido.
Esta Semana Santa, Sabiñánigo se ha vestido de gala
para homenajearle y, por fin, nombrarle hijo predilecto del municipio
serrablés. Ello ha motivado una catarata de artículos en el Diario del Alto
Aragón, el Pirineo Aragonés de Jaca –decano de la prensa aragonesa- y el
Heraldo de Aragón. No podía ser menos.
En ellas, López Otín ha sido inquirido y puesto él
mismo el acento en que su vocación investigadora fue incentivada por el
claustro de profesores del instituto de su localidad para que él mismo pudiera
volver y ponerse al frente de equipos de producción de la industria química de
Sabiñánigo pero que su inteligencia –decimos nosotros, él es muy modesto- fue
enseguida reconducida desde la Facultad de Medicina de Zaragoza a los
menesteres al servicio de la humanidad en su conjunto de los que ahora se ocupa
en Asturias.
Y allí viene el cierre de la entrada: él ha
mencionado sotto voce que la industria química de Sabiñánigo tal como se
configuró en los años 40 del siglo pasado, ahora no podría concebirse ni
ejecutarse. El fracaso en la gestión del lindano es la prueba palmaria de que
España fue la India de la Unión Cardibe de la época. Y que el desarrollo de
Sabi se sigue pagando.
Cuando Delsa y Orache Desinfección enronan de pastillas
de cloro toda Europa depurando sus piscinas, cuando el agua de excelente
calidad al norte de Sabi propició la instalación de la fábrica de suero Bieffe
Medital –que ironía- y ambas empresas amplían afortunadamente plantillas,
garantizando el presente y futuro industrial que dan ese aire urbano a la
localidad y garantizan el empleo de Jacetania también en temporadas de poco
turismo, da que pensar cuál hubiera sido el destino del río Gállego de no haber
desarrollado plenamente López Otín su vocación. Si el mismo, con su demostrada
preocupación por el medio ambiente y respeto a su origen, nos hubiera podido
devolver la vida al único río contaminado de forma irreversible en Europa
Occidental, lo que ya es mérito.
Luces y sombras de Sabiñánigo, de Cartagena, de las
cuencas hulleras o mineras de Teruel, de Río Tinto o de los mineros del
mercurio de Almadén. Tenemos un estado del bienestar debido a esa
industrialización pero sacrificamos demasiadas cosas y somos un vertedero
europeo todavía. Nada de ello se ha corregido por desinterés aunque las tasas
de cáncer, precisamente, de los consumidores de aguas del Gállego sean
enormemente superiores a la media aragonesa. La ciencia como responsabilidad
social: potenciemos la investigación sobre qué se pueda hacer con el lindano
para tratarlo y convertirlo en Bailín en un veneno útil.
Os dejo con una parte de una entrevista a Severino Pallaruelo, un
profesor que cambió tantas vidas como
Labordeta o como el cheso Domingo Miral, para mí
la trilogía sentimental de cualquier emigrante de la montaña.
-¿Qué es para usted el Pirineo, qué le sugiere, qué le evoca?
-Son las montañas en las que me crié y donde he pasado casi toda mi vida. Pero nada más. Un escenario, muy querido, sí, pero solo eso. El envoltorio de las vivencias, de los sentimientos, de las sensaciones, la casa de mucha gente a la que quise y quiero. Estas cosas -los sentimientos, las personas, las relaciones, las ideas- son lo importante. Las montañas solo brindan el escenario.
-Son las montañas en las que me crié y donde he pasado casi toda mi vida. Pero nada más. Un escenario, muy querido, sí, pero solo eso. El envoltorio de las vivencias, de los sentimientos, de las sensaciones, la casa de mucha gente a la que quise y quiero. Estas cosas -los sentimientos, las personas, las relaciones, las ideas- son lo importante. Las montañas solo brindan el escenario.
28/04 Luis Iribarren.