Dos preocupaciones (casi) nuevas han aumentado potencialmente en las ciudades grandes, en contra de la calidad de vida en las ciudades. Zaragoza debe huir de estos dos problemas organizando sus posibilidades para evitarlos. Son la polución y el ruido.
Necesitamos respirar un aire sano, limpio, claro y sin contaminación de partículas que muchas veces no notamos. Así mismo hay que evitar que los ruidos aumenten pues con ellos viene la pérdida de calidad de vida pero también la crispación, el estrés, la mala calidad de vida normal. Convivir con estos condicionantes es culpa de todos nosotros, y desde las instituciones municipales hay que revertir, para convivir en más calidad. Tanto en la calle como dentro de los lugares públicos, sean estos públicos o privadas.
Un ejemplo lo tenemos en Zaragoza en la cafetería de la DGA, un lugar público para visitantes y trabajadores de un lugar también en su conjunto público, y donde la mala insonorización lo convierte en un ejemplo de lo que nunca debe ser un gran espacio donde es imposible hablar, escuchar o estar más de cinco minutos. Tal vez y con perdón, se haya construido así para evitar más tiempos de uso en la cafetería.
El límite superior en decibelios que resulta asumible son la OMS de 55 decibelios. Pero es cierto que no es lo mismo unos segundos expuestos a esta cantidad como estarlo durante horas o en unos tiempos en los que la calma debe ser una oportunidad. A partir de los 60 decibelios se considera peligroso para la salud, incluidos los trabajadores de los lugares donde se superan los ruidos aceptables durante horas.
Las ciudades deben ser sostenibles y tranquilas en su diseño, buscando minimizar estos problemas. Hay que poner barreras de sonido en carreteras o vías de trenes que circulan junto a viviendas o parques. Hay que saber emplear mejor las zonas verdes y las fuentes para crear islas de tranquilidad. Los anillos verdes son una solución muy válida para exteriorizar los ruidos hacia los Cinturones evitando que entren en las ciudades con la construcción de zonas de absorción. Está demostrado que en estos anillos verdes es importantísimo el diseño del mobiliario urbano para absorber también estos ruidos y la presencia de aguas en fuentes y canales.
Pero sin duda el mayor componente generador de ruidos y contaminación en el aire es el tráfico. Para ello además de potenciar el uso de vehículos públicos con una contaminación pequeña (los vehículos eléctricos son una excelente muestra) hay que reducir el tráfico privado por los centros de las ciudades, por los centros de los barrios residenciales, acotando además la velocidad en los viales donde deban circular, y aumentando el uso de la bicicleta y el paseo. Todos (incluidos los que nos podemos mover con vehículo privado) somos peatones en nuestros barrios y ciudades. Lo son sobre todo nuestros hijos y las personas mayores. La calidad de las ciudades no se va a basar y medir tanto por sus servicios como por sus componentes de calidad de vida sana y tranquila.