Entre los numerosos ejemplos de edificios zaragozanos que tras múltiples gestiones, inversiones aprobadas en diferentes años dentro de los Presupuestos municipales, siguen sin lograr que aquellos proyectos logren sacarlos del ostracismo.
Uno de ello es la Imprenta Blasco en la zona trasera de la Iglesia de San Felipe y de la Audiencia de Zaragoza. Hay que recordar que la ciudad de Zaragoza fue pionera en las artes gráficas, en la imprenta, y que gozamos en sus momentos de los mejores maestros impresores, aunque ahora casi nadie lo recuerde y mucho menos tengamos muestras de respeto para este oficio, excepto algún nombre de calle. ¿Hasta cuando? Pues posiblemente hasta que desaparezca la imprenta como oficio, hasta que todos los vestigios industriales de este oficio hayan desaparecido.