En Aragón nos cansamos de promesas incumplidas, de buenas palabras, de inversiones que se repiten en los papeles y nunca se realizan.
Sabemos revisar las promesas incumplidas, y nos damos cuenta perfectamente de cómo nos toman el pelo, prometiendo lo que saben de antemano que nunca van a cumplir.
Simplemente pedimos que no nos quieran seguir engañando con más promesas falsas.
No somos tontos.