Hoy he visto la película de Carlos Saura “Jota” en un ejercicio complejo de explicar, pues no soy admirador de la Jota, tal vez por desconocimiento o por maniqueismo del folclore más utilizado por ciertos poderes, todo hay que decirlo con calma.
Pero al igual que con el flamenco, me ha sucedido con Jota. Nada tiene que ver, lo que muchas veces se nos vende como sucedáneo, de lo que en realidad hay dentro de cada manifestacion artística, si esta se hace con sentimiento y fuerza.
No me gusta el flamenco televisivo, pero adoro el flamenco en directo, el flamenco explicado, el flamenco que está cerca y se mete dentro.
Con Jota me ha sucedido algo muy similar. La película documental me parece una gran obra de arte. El trabajo de Carlos Saura trasciende el sentido de la jota como elemento de entretenimiento, para convertirse en un alarde de manifestaciones muy diferentes entre ellas, que beben sin duda de la cultura árabe y por ello muchas veces se acercan al flamenco hasta mezclarse.
Luz, sonido, bailes maravillosos, color, música perfectamente elegida e interpretada, un buen repertorio de profesionales, una buena fotografía, un trabajo muy bien enlazado con algunas sombras complejas de encajar, pero necesaria para completar el libreto.
La jota, ha quedado demostrado, es mucho más que unos bailes con trajes regionales y unos cantos repetitivos que hay que actualizar. Lo curioso es que tras 90 minutos, uno se da cuenta que la jota es mucho más que Jota.