Si me pidieran que describiera este octavo mes de estudios en Canadá con una sola palabra probablemente escogería rugby. Quizás lo que me guste de este deporte sea el compañerismo que se ha creado en el equipo en tan poco tiempo y lo satisfactorio que es marcar un ensayo tras una larga carrera o conseguir hacer un buen placaje.
Sinceramente no sé qué es lo que tanto me ha enganchado de este deporte ya que tras miles de golpes en mi cuerpo y moratones lo único en lo que pienso es en poder jugar el próximo partido.
Rugby se ha convertido en una de las actividades en las que más tiempo invierto, entrenando todos los días y cuando no, partido, e incluso algunos fines de semana torneo. Una de las mejores decisiones que he tomado durante mi estancia en Canadá ha sido ir a las pruebas del equipo de rugby ya que he conocido a gente maravillosa y es un deporte que me llevaré a Zaragoza con muchas ganas de seguir jugando.
Pero este mes no solo se ha basado en rugby, también se ha reafirmado lo inestable que es el tiempo en esta ciudad donde ha llegado a hacer mucho sol y buenas temperaturas dignas del cuarto mes del año hasta cumplirse el dicho “en abril aguas mil” con la única puntualización de que esas aguas llegaron en forma de nieve, pasamos de manga corta a abrigo en poco más de una semana.
Pero si nos centramos más en experiencias que he vivido este mes, podríamos decir que ir a principios de abril con unos amigos de campamento a Kananaskis —un pueblo de las Montañas Rocosas— fue lo mejor, tuvimos muchos juegos y actividades y fue muy divertido, además, conocimos también a mucha gente que vive en Calgary. Cabe resaltar un grupo de latinos con quienes aún después de casi un mes seguimos teniendo contacto, fue de lo mejor de los tres días de campamento.
También fui a Drumheler, la conocida capital de los dinosaurios debido a la multitud de restos encontrados en la zona, y con la familia visitamos un museo bastante interesante donde se alternaban partes de aprendizaje con partes interactivas, por ejemplo, un juego que organizaron por ser Pascua en el cual tenías que encontrar huevos de colores en diferentes zonas del museo para conseguir un premio.
Sinceramente, sigo sin comprender cómo pasa el tiempo tan rápido, ya solo me quedan dos meses aquí y siento que me quedan muchas cosas por hacer, muchos lugares por visitar y muchas personas por conocer. Ahora sin ninguna duda tengo que aprovechar lo poco que me queda en este país para disfrutar.
Silvia Marqueta Salinas