Quién iba a decirme a mí que estaría a estas fechas, casi rezando para que el Real Zaragoza de fútbol siguiera en Segunda División. Pero si la situación deportiva es la peor de su historia, el estadio donde juega el equipo representativo de la ciudad y de Aragón es equiparable al equipo.
Pude visitar estos días atrás, las zonas internas del estadio de La Romareda. Lo mejor, la amabilidad de las dos azafatas que nos acompañaron. Por lo demás vestuarios, sala de prensa y demás dependencias están a la misma altura que el achacoso campo. Ni siquiera un triste rótulo en sus fachadas para que el visitante sepa su nombre.
¿Qué queremos? ¿Volver a ser como antaño, un equipo de primer nivel, que nos llenó de orgullo y prestigio, puso el nombre de la ciudad en el mundo compitiendo con los más grandes, su sitio natural por ciudad e historia? ¿O lo abandonamos sin futuro deportivo, en un campo indigno, en un estadio vacío o, lo que es peor, romper el sentimiento de toda una gran afición?
Fundación, instituciones, empresarios, han de dejar de mirar para otro lado y entre todos sacarlo de la mediocridad actual. Equipo y campo son complementos indivisibles para ese futuro. Sabedores de cuánto representa para la ciudad y todo lo que mueve el deporte rey. Prestigio, publicidad y economía de un valor incalculable.
¿Seremos capaces de aunar campo y equipo algún día? Otras ciudades de rango similar o menor a la nuestra lo han logrado, ¿Por qué aquí no?
Quien quiere hacer algo encuentra el medio, pero quien no quiere hacer nada siempre tendrá una excusa.
Daniel Gallardo Marín