Tenemos nueva Presidenta de las Cortes de Aragón…, ¿y ahora? Aunque sea la segunda autoridad de Aragón, en sí mismo el cambio de cargo no es mucho si no se trabaja —entre todos— lo que significa. Por ser una generación nueva, por ser una nueva savia en un puesto muy importante, por su capacidad para hacerse respetar fuera de su sillón, por la oportunidad de que una nueva izquierda sea capaz de hacer palanca sobre Aragón sin desplazar a nadie. Como es lógico no señalo que por ser mujer, pues eso para mi es anecdótico y entra dentro de la normalidad que no se debe resaltar.
Pero la trascendencia de su nombramiento termina en sus hombros, aunque empieza en los hombros de muchos otros aragoneses. Es un trabajo conjunto: entre ella como representante de Podemos, de Lambán y su equipo de ayudantes de campo, de CHA con su grupo de gestores conocidos o desconocidos y de IU que deba admitir que Violeta “es de ellos” aunque les cueste.
Y a partir de ese cuidado exquisito por escribir para volar con y desde Aragón, todxs debemos empeñarnos en salir del agujero negro del silencio. Aragón ha marcado muchas veces camino en la historia de España. Y nunca por ello ha dejado de ser Aragón. Aragón es un territorio exquisito para los experimentos pues los aragoneses somos gentes trabajadoras y calmadas en los análisis. Aquí algunos experimentos funcionan mejor que en ningún otro sitio por nuestro carácter y de esto saben mucho los publicistas. Podría nombrar el auge de las cooperativas, las ideas sobre educación, la cultura del agua, la cultura agraria que supo defenderse de los latifundios, o a algunos grandes aragoneses que hemos exportado a España en tiempos pretéritos. Podría nombrar la modernidad que supuso alguna de nuestras leyes muy antiguas o nuestra capacidad pactista sin derrotas.
No va a venir el futuro. Está aquí. Disfrazado de presente. Y lo estamos escribiendo tú y yo. Incluso aunque estés escondiendo la cabeza, estamos escribiendo el futuro de nuestros hijos, de Aragón. El silencio también es una forma de actuar.
Debemos olvidarnos de condenar eternamente a alguien por ser vecinos de ideas, por no ser de nuestra familia. Con los vecinos colaboración, buena relación, hablar mucho más, demostrar a la sociedad que somos capaces de llegar a acuerdos. Aprender a transmitir esos acuerdos y estar más pendientes de los aragoneses, estén o no estén apuntados a las actividades sociales. A todos los políticos nos deben importar sobre todo y por todo, los aragoneses que vemos por la calle. Debemos saber qué esperan de nosotros, debemos decirles qué podemos hacer por ellos, y…, y no pedirles nada a cambio. Ni el voto siquiera. Ellos ya son adultos y saben a quién deben dárselo. Y si no saben, hay que enseñarles más y mejor qué somos, de qué somos capaces. Pero no en la semana antes de unas elecciones, sino en los cuatro años entre unas y otras.
Las campañas electorales deberían durar un sólo día y disponer luego de dos semanas de reflexión.
Julio Puente Mateo