3.- RECUPERACIÓN DE LAS PARRAS, HIGUERAS Y ACACIAS
COMO ORNAMENTACIÓN DE ESPACIOS PÚBLICOS.
Nada
más triste, menos sostenible y con más poca rasmia que la proliferación de
plataneros o de árboles japoneses, muy apropiados en entornos muy urbanos, en
los pequeños jardines de los municipios aragoneses con poca población. Allá
donde debiera reinar el pino rodeno o negral, el olivo centenario, la sabina o el acebo en Teruel, o modalidades
más propias del monte mediterráneo en el resto de Aragón.
Pero
los ayuntamientos, o sus preclaros arquitectos, plantan otras especies para el
día del acta de recepción de los parques. Que luego languidecen y mueren en
estos veranos de 15% de humedad relativa continuada durante 3 meses.
Sufren
los arces, sufren los árboles japoneses y sufren, cómo no, los tilos. Que yo
solo he conocido plantados en huertas, bien de agua por debajo, junto a
castaños y demás árboles. No es que estén mal los de Independencia pero no les
auguro buen porvenir… Eso sí, son árboles caros de cojón. De cuando éramos
ricos…
El jardín de la
Posada, Santa Zilia. Uso de huerta con membrilleros, castaños e higueras como
parte del proyecto. Los ayuntamientos van en dirección contraria y los hubieran
talado primero sin adaptarse.
Por
ejemplo, debido a la tenacidad de un forestal cheso, en Berdún tenemos un paseo
pakizo plantado de pinabetes que no sé si vivirán este año, en que las
carrascas se auto cortan la savia, esperando un otoño de lluvia que ya llegará
tarde para el boletus y el robellón.
En este
sentido, plantas como las mencionadas para Teruel por estar en su paisaje,
además de parras, higueras o acacias, eran las tradicionalmente plantadas.
Aquellas cuyos frutos necesitan de estrés hídrico para ser dulces. Como el
melón, no quieren agua. Pero dan sombra agradable y humana y proporcionan
alimento desde la Roma Tarraconensis.
Vamos a
poner imágenes por una vez de fuera de Aragón para que se comprenda.
Hay muchas en Aragón.
Pero esta es de Palencia, Camino de Santiago.
Volvamos
a nuestras humildes vides, nogueras, olivos e higueras…, con tanta presencia en
nuestros antiguos núcleos y nuestra heráldica. Tan fáciles de mantener por los
vecinos con poca agua.
Dejemos
los árboles atlánticos que se mueren para cotas o precipitaciones que solo al
norte de Jaca pueden hacer que no se deprima el árbol.
No ha habido
arquitecto que se atreva a joder aún el alma de tantas generaciones.
En el
jardín del puente de piedra se plantaron quejigos que, obviamente, en Zaragoza
se han asfixiado.
El no
jardín de Santillana que se acompaña rivaliza y supera en mi opinión a toda la
fascinante jardinería japonesa. Por real, vivido y usado. Me causa la misma
conmoción que dar vueltas por Portugal. Saudade.
31/08 Luis Iribarren