Se acerca la Semana Santa. El Bajo Aragón se inundará de
visitantes y diferentes concentraciones de cofrades, ferias como la del Tambor
artesano en Híjar, caldearán y extenderán el efecto de ocupación de la Semana
Santa en esta comarca y Zaragoza. Es el momento de introducir a estos dos
personajes y su paisaje creado en nuestro blog.
Al primero de ellos, algo desconocido, por ser el autor de
la impresionante escultura homenaje a la Semana Santa que está poderosamente
integrada en el Paisaje de la Estanca, actual lago Motorland. El efecto en el
paisaje desértico pero con agua, entre los pinos de repoblación, de la
escultura solamente lo he visto igualado por la obra de Manrique en Lanzarote.
No en vano son de la misma época.
La bellísima luz de la
Estanca perfila asimismo la escultura de José Gonzalvo. Las garzas y demás aves
rompen la hora cada día para que redoble el tamborilero.
José Gonzalvo, turolense de Rubielos –donde pondremos
nuestra atención en la magnificiencia de su arquitectura de ventanas y rejas-
es autor asimismo del magnífico monumento al toro embolado en su pueblo, de un
busto de Goya en Fuendetodos. Y en Zaragoza podemos saborear su calidad como
autor delante de la UGT con su pequeño homenaje a Joaquín Costa en la homónima
calle. Parecida a su intervención en Alcañiz, la escultura sita en el
nacimiento del Tajo. La concepción tamborilero al que se accede por bombo,
siendo sencilla, es en mi opinión muy efectiva y equilibrada.
Muy íntimo de Pablo Serrano, también turolense, completa con
Pablo Gargallo que fue su principal influencia
–y esperemos que nuestro joven binefarense Molins- una nutrida
representación de los mejores escultores del Estado del siglo XX, todos turolenses
en mi opinión excepto Julio González, valenciano con alma atormentada aragonesa
y a buen seguro gran conocedor de Teruel e íntimo de Gargallo y Buñuel.
Destacar, además, en una comarca tan castigada en cuanto a
pérdida de patrimonio por la Guerra Civil, el esfuerzo en revitalizar el
singular patrimonio palaciego renacentista del Bajo Aragón y Matarraña que está
llevando a cabo la Fundación Quílez Llisterri, para el Fomento del Arte y la
Cultura, donde está integrada el Ayuntamiento de Alcañiz con fuerza.
El buen gusto de su programación, la catalogación monumental
de los bienes que quedan en la comarca, su apuesta por crear un Museo de
Alcañiz y reivindicar el legado del músico calandino Gaspar Sanz, me parecen
ejemplares. Dedicaremos una entrada al último en aragoneses singulares. A la
par que a Antón García Abril.
Teruel, música y cultura. Sabia apuesta para la Toscana
aragonesa. A la que se dedica con mejores logros la milésima parte de recursos
que a Motorland. Y me quedaré largo. Las buenas noticias y el legado artístico turolense, en
cualquier caso, han de tener siempre nuestra detenida y admirada atención.
Dejamos la entrada con un poema de Benedicto Lorenzo de
Blancas, turolense impulsor de la tertulia literaria del Café Niké de la calle
Manifestación de Zaragoza donde yo crecí artísticamente. Recientemente
fallecido en 2010, como José Gonzalvo y por eso los emparento.
Fijaros en este asombroso fragmento poético del mismo, tan
relacionado en mi opinión –o mejor dicho tan enraizado probablemente sin él ser
consciente- con el paisaje de su Jiloca natal:
Después será la sombra,
Un grito fácil en la noche prehistórica
Perforando los tímpanos ausentes
Del amor congelado;
Sólo un nombre en la piedra.
10/03 Luis Iribarren.