Alguna vuelta nos queda por dar, tenemos que visitar
Isfahán, Konya, Stuttgart, Kazán… universos zaragocíes. Lo tengo en cuenta.
También otros paisajes de estampa aragonesa en el mundo: la región norte de la
isla sur de Nueva Zelanda, el paisaje del Valle del Rift —tan seco por
momentos—, los viñedos sudafricano-cariñenos de Paarl o la Bosnia con presencia
aragonesa de Mostar. Desperta ferro, Aragón, Aragón…
Pero seguiremos haciendo hoy lo contrario: las ciudades y
paisajes hermanos los tenemos lejos. Los paisajes propios sugerentes debemos
revisitarlos.
Frontera entre Aragón y Cataluña, el Congost de Montrebei ha
sido equipado con una vía ferrata y un puente que permite pasear de modo
sencillo por ambas orillas del Ribagorzana, viendo abajo el pantano de Canelles.
La singular frontera-valle, en la que Aragón y Cataluña penetran a un lado y
otro por tratarse de propiedades previas a la conformación de las provincias de
nuestras entretelas de Javier de Burgos, fue expropiada en este punto por
motivos hidroeléctricos y sin afectar mas que a huertas, al no haber pueblos en
el congosto.
El resultado de este magnífico proyecto es este primer
paisaje tibetano que acompaña. El segundo (curiosamente) lo hemos dejado antes que este primero y aquí: el entorno de Pano y Panillo, el by-pass de la Fueva.
Cuando en los primeros años 90 recorría el pantano con
vecinos de Camporrells y Baldellou en barca, nos centramos solamente en
impulsar un proyecto de coto de pesca de Black bass catalano-aragonés que se
llevó a cabo. Era todo ex novo, no había bienes ni tallas medievales que
discutir. Salió bien.
Vamos a dejarlo con algún pensamiento del Dalai Lama, canela
en rama, que rige nuestros corazones desde Panillo también. Dedicada a todos
los niños sonrientes del Cuarto Espacio.
Todas nuestras vidas empezaron con el
afecto humano como primer soporte. Los niños que crecen envueltos en afecto,
sonríen más y son más amables. Generalmente son más equilibrados.
28.02. Luis Iribarren.