Otros
Aragón son posibles: Mercado Central de Zaragoza y sus
primos hermanos.
Se anuncia
siempre polémica pero necesaria cada cierto tiempo reforma-limpieza del Mercado
Central de Zaragoza. Que estuvo a punto de desaparecer en los 80 para que César
Augusto Lane llegase hasta el puente de Santiago.
Ese modelo de
urbanismo Le Corbusier que ahora todo Dios detesta, pero que sirvió junto a sus
antecedentes Haussman zaragozanos para
la apertura de calle Alfonso, calle San Vicente de Paul y diente en la plaza
del Pilar que simboliza la extensión del Paseo de Independencia hasta nuestra todavía
en uso y abuso plaza de Oriente.
Desacralizada
este fin de semana para albergar Zaragoza Diversa.
Todas estas
actuaciones discutibles en su día y que, sin embargo, van camino de rezumar
clasicismo.
Dado que
ahora están llenas de nueva vida –me refiero a lo lánguida y gris que era la
neomudéjar-sidi ifni style San Vicente de Paúl y lo bella y colorista que es
ahora-. Pero que se llevaron por delante la trama de la Judería, el call
zaragozano, una parte de la Morería y palacios renacentistas de ladrillo con
arcada Medicis, como el de Gabriel Zaporta, banquero judío, que contenía el
milagro-brocado del Patio de la Infanta.
Estación
de Atocha y estructura del Puente de Portugalete, coetáneos y espléndidos
ensayos de usos públicos con hierro colado
Felizmente,
el mercado sito en el espacio que ocupaba el histórico cesaragustano pudo ser
respetado por movilización de la ciudadanía e inteligentsia zaragozana,
llegaron los especuladores un poco tarde, cambiaron las modas.
Ese prodigio de
columnas de hierro colado que crea una arquitectura funcional diáfana.
Concebido por el genial turiasonense Félix
Navarro Pérez, excelente conocedor de la amplitud de nave de las
mezquitas-sinagogas reconvertidas en iglesia en su Tarazona natal.
Basado en Les
Halles de París, a su vez basadas en el fenómeno Eiffel y en las galerías
metálicas ajardinadas de las Tullerías, es un monumento nacional de hierro y
cristal. A mí me gusta especialmente su zócalo-sótano de piedra, tan evocador
de la muralla romana de César Augusto.
Parece que el
proyecto le quitará algo de uso tradicional para convertirlo en parte en
mercado delicatessen en la forma que acompañamos, ensayada en Valencia, Madrid
o Barcelona.
La
importancia y singularidad del edificio, sin embargo, hace que lo comparemos
con sus dos primos pioneros en el uso de acero y vidrio en España: la estación
de Atocha y el Puente de Portugalete.
Además del
cariño de todos los aragoneses por el mercado, el disfrute de su olor a huerta
del Ebro bien vale una visita, estamos ante un edificio magnífico y pionero, un
ensayo arquitectónico a escala estatal de 1895.
Mercados
Corona de Aragón: Santa Caterina de Barcelona –sin igual proyecto de Miralles-
y Mercado Central de Valencia. Dos ideas a tener en cuenta.
Larga vida al
mercado. Tenemos suerte del bonito ambiente que genera, de disfrutarlo como
punto de encuentro multicultural… Eso hay que aprovecharlo más todavía,
obviamente. Es la concatedral del producto de proximidad, del congrio seco y
los menuceles.
25/05 Luis Iribarren