Para Naros y Kalkidan Mimó
Plaza Navarra o del Casino, intercambiador provincial. Enfrente la Granja Anita, cuya cafetera me cegaba de niño. Era de bronce bruñido, más elegante todavía que la que presento. Momento Verdi-oscense.
El café nace en Etiopía, se hace hombre en Yemen del Sur y al pasar por Aragón… se nos vuelve torrefacto…
Pero eso era hasta hace poco tiempo. Ahora se puede tomar excelente café no quemado y varietales impresionantes, además de café casi puro de comercio justo. Combinar como con el vino, un café para cada estado de ánimo.
Todavía recuerdo mi primer café tomado en Italia a los 20 años. Como mi primer helado y vermú piamontés. Desde luego, esos sabores no los había experimentado nunca. Vamos camino de una aproximación con demarre en los principales logros gustativos de la pax romana, superando –desde luego en calidad precio- respecto del país que mejor café hace y mejor se toma la siesta del obispo del mundo. Ese pueblo siempre vivaz y despierto, mediterráneo pero preciso y gélido.
Nada más agradable que una cafetería italiana con cafetera clásica reluciente y mostrador con aperitivos de improbables colores, alineados en franja de verde oscuro a blanco roto Martini. Pasando por color bitter cinzano, precioso en los Alfa Romeo clásicos.
Pero la descripción que he hecho bien pudiera ser la Granja Anita de Huesca, esa excelente cafetería-confitería donde toda la provincia iba para esperar al siguiente autobús en los 70, previa o tras vuelta por al parque y homenaje sentido a las Pajaritas de Ramón. Cafetería todavía sita en la plaza de Navarra, muy cerca de la antigua estación. Me gustaba ese “intercambiador” provincial oscense avant la lettre.
Imagen casi Etíope de la Hoya de Huesca, cual Valle del Rift. Abajo, ceremonia del café etíope-amhara: la primera semilla de café ingerida por cabras siempre nerviosas y diligentes en la obligada trashumancia. Los etíopes probaron a tostarlo y molerlo y… Es un café muy afrutado pero ácido, toda una experiencia.
Volviendo al café, Aragón siempre ha contado con excelentes moliendas. Estos molinos eran y son una poderosísima fuente de empleo como las cerveceras locales, otra peculiaridad española. En Italia el trinomio Segafredo-Perotti-San Benedetto no hay que presentarlo.
Cada vez huyendo más del café negro y del pan blanco, que tanto gustan a la España del hambre todavía viva que ponía tizones en el café y blanqueaba el pan y asocian la pureza a racionamiento, los excelentes tostadores aragoneses como Cafés el Criollo, Cafés Orús y el Tostadero… o los secaderos y distribuidores oscenses y turolenses nos deleitan aún hoy con nuevas mezclas o cafés puros Kenia AAA, 100% arábiga, 100% criollo, de comercio justo criados en Vietnam, Guatemala o Nicaragua… Me alegra saber que entre nosotros todavía Starbucks y McDonalds no son la primera y única opción que arrasará con el sushi y el sashimi.
Para los cafeteros, entre quienes me encuentro a pesar de que me gusta el té aromático y denso de Darjeeling, Assam y Ceilán, está naciendo todo un imperio de los sentidos, con sede en Aragón.
MARIDAJE.
Más bien receta perdida. En verano en Italia se sigue tomando el café con caraffa de agua fría, sabia combinación. En los casinos y bares antiguos en Aragón, con la calor se tomaba masagrán.
Proveniente de Buenos Aires, el que yo conozco bien se puede hacer con un café aragonés cargado, hielo pilé, gaseosa Konga, ralladura y pellejo de limón (y gotas) y adición de cualquier orujo aragonés como el de Colungo, en Guara. En mi pueblo o en el casino de Ayerbe, los finos de sombrero panamá y no boina lo pedían con gotitas del clásico Cointreau.
16/06/2017 Luis Iribarren.