Laguna de Sariñena, mantenida por escorrentías de regadíos. Paraíso ornitológico.
El premio Félix de Azara es una felicísima iniciativa de la Diputación de Huesca. Este año ha recaído sobre unas gentes anónimas admirables.
Existen en Aragón bonitas historias de colonos y medieros. La puesta en regadío convirtió desierto costista –siempre he visto a Costa como Abraham en la Litera con la zarza quemándose y picándole la barba grausina- en vega regada a manta. Apuesta ya poco sostenible que se debe revertir, aprovechando lo que hay. Pero también volviendo a la mentalidad y forma de vida de los primeros colonos de los que se alimentan las multinacionales del arroz y la alfalfa seca, que se apoyan en las fincas por ellos niveladas con mulas y sudor.
Cada una de las tres provincias contiene arquitectura un poco aluminosa pero que bien rehabilitada resulta airosa, correspondiente a ese período: el de la conformación y dotación de vida de los pueblos de colonización.
Los proyectos de poblados Iryda se hacían por ingenieros y arquitectos en Madrid, son una escuela de arquitectura tardofranquista con el racionalismo por bandera. Todos se agrupaban en torno a una plaza-mercado con iglesia. Su divisa en sus equipamientos se halla. A veces también yugos y flechas en viviendas.
Valmuel en Alcañiz, El Bayo en Ejea o Sodeto en Huesca representarían ese periodo. El desarrollo de Binéfar o Vencillón, en Litera, también se deben a la llegada del agua y la transformación de la estructura de propiedad mediante arrendamientos de desierto al 50%, los medieros procedentes del Maestrazgo en Binéfar. En los desiertos de Calanda, Bardenas y Monegros, mediante concentraciones parcelarias que pudieron ofertar algo de propiedad a cada nuevo habitante. En ocasiones, para restituirles la perdida en Tiermas, Escó o Ruesta.
Concentraciones amparadas en una revalorización de la tierra por conversión al regadío que ya no sería posible. No lo está siendo en el Monegros sur zaragozano. No hay un boom de nuevos pobladores en el Alfajarín de Durruti.
Los regadíos aragoneses y el Plan Badajoz fueron realidad al fin y a la postre y un ejemplo sociológico de primera orden de convivencia forzosa entre colonos de distintas procedencias: de la montaña de Huesca pero también se repobló con gentes provenientes del sur de Madrid.
Similar a las repoblaciones de Carlos III en Sierra Morena con alemanes e ingleses, al final estas experiencias generan un caldo de cultivo peculiar. Permiten sacar conclusiones sobre la necesidad y límites de la nueva repoblación que otra vez necesitamos.
Pero ya no tenemos más tierra virgen que ofrecer a los nuevos pobladores, más que para huertos. La PAC permite la existencia de agricultores de más de 75 años y así… antes se jubilan los escasos curas de cada pueblo.
San Juan del Flumen, Sariñena. Urbanismo Corbusier en abanico. Es paradójico que habiendo fracasado la República, la reforma agraria la acometiera la dictadura.
Estos núcleos artificiosos languidecen hasta la fantasmagoría, ningún agricultor que sacaba adelante una media de 4 hijos podría subsistir ahora con 11 hectáreas. También es verdad que los homenajeados estaban hechos de otra pasta, que se conformaban con poco, que no empezaban con un tractor de más de 100.000 euros, que hacían parques de maquinaria y cooperativas… en tiempos de quién sabemos…
Bellísima imagen de la torre-eje San Jorge, Almudévar. Arquitectos tan importantes como Alejandro de la Sota, Fernando de Terán o el aragonés José Borobio Ojeda, autor del Colegio Mayor Cerbuna o la Feria de Muestras de Zaragoza –ver similitud con san Jorge-, trabajaron para el Instituto.
Merecido homenaje, como siempre, del comité de la DPH que otorga el premio Félix de Azara. Es cierto que con su saber hacer, no es el caso de la actual agricultura, y su impulso ganadero, estos colonos plantaron muchas picas contra la desertificación de Monegros si hablamos del sur de Huesca. Conservando, sin duda, el espacio natural de la comarca. Allí está el buen estado de la laguna de Sariñena para certificarlo.
Además su construcción fue la mejor escuela de arquitectos de su época. Y está injustamente considerada, en mi opinión, la revolución arquitectónica que supusieron.
Brasilia, un pueblo para la colonización del Amazonas. A otra escala… Planos corbusianos de Niemeyer, patrimonio de la Humanidad.
Cuando pensamos en la obra de Niemeyer en la creación de Brasilia, en la generación de la nada de Canberra, en la ciudad olímpica de Tokyo o la ciudad universitaria de México DF…
Despojémonos de máscaras ideológicas y veamos con otros ojos lo que nos circunda. Nuestra Brasilia es el Sabinar o Santa Anastasia. Volvamos a ellos. Preguntemos a sus gentes de más edad cómo se integra siempre de forma difícil a quien siempre será, y para bien, forastero.
Cómo no se tiene patrono y las fiestas conmemoran el día en que se inauguró el poblado.
13/06/2017 Luis Iribarren.