El poeta Mark Strand escribió: “Se quedaron callados
y no supieron cómo empezar el diálogo que era necesario. Las palabras
fueron la primeras en crear divisiones, en crear soledad”.
Y cuando eso sucede se rompe el diálogo y asistimos a un diálogo roto y
empieza algo así como el abandono de nosotros mismos. Y lo peor de todo
es que asistimos a ese diálogo roto no solo en nuestras relaciones
personales, también en las profesionales y atónitos vemos cómo aquellos
que deben decidir por nosotros, aquellos que tienen el gran reto de
gobernar, no saben ni siquiera cómo comenzar ese diálogo.
Y las palabras se amontonan, pero ya no significan nada
porque crearon divisiones y ese es el principio de la soledad. Apenas he
conocido a unas cuantas personas, pocas muy pocas, que supieran
entender que el diálogo no se ha hecho para ganar, sí para entender,
perder, comprender, escuchar o jugar. Pero no para ganar, ni para
imponer, porque cuando eso sucede ya solo habrá diálogos rotos y
silencio. Y este último será doloroso e insalvable.
Ángela Labordeta (eldiario.es-Aragón)
Nota del blog.: Leí ayer este artículo de Ángela Labordeta, recomendado casi con urgencia por un amigo. Efectivamente pone lo que se lee, lo que ella ha querido poner entre esas líneas tan claras que resultan trasparentes. No sé si alguien tomará buena nota; yo sí.
Ángela Labordeta (eldiario.es-Aragón)
Nota del blog.: Leí ayer este artículo de Ángela Labordeta, recomendado casi con urgencia por un amigo. Efectivamente pone lo que se lee, lo que ella ha querido poner entre esas líneas tan claras que resultan trasparentes. No sé si alguien tomará buena nota; yo sí.