Ayer estuve en el Teatro Principal de Zaragoza, ejemplo
maravilloso aunque algo incómodo de lo que es y debe seguir siendo un teatro “de
verdad”.
De joven subía hasta el anfiteatro en donde tras superar el miedo de
estar colgado se podía disfrutar del teatro por pocas pesetas. Con los años fui
bajando a Delantera de Anfiteatro, Delantera Segunda y Butaca. Ahora he
descubierto que en los palcos se ve muy bien si no hay buena fila de butaca. Debe ser la edad.
La obra de ayer “Feelgood” era un crítica muy ácida contra
el modelo político imperante en las democracias mundiales. Americanas, alemanas
o españolas, da igual. Los toques de humor eran para no tener que llorar.
Como era una representación única en una sola sesión, el
Teatro Principal estaba lleno de la flor y nata de los próceres zaragozanos.
Periodistas, profesores, artistas, gentes de la tele o la radio, culturetas y
gentes de mal vivir. Es lo que tiene la cultura, que nos convierte en gentes
que disfrutamos mucho de la vida y para no dar envidia no decimos que somos
gente “de mal vivir”, es decir, de vivir dentro del vicio de vivir.
La obra no me pareció inmensa, aunque el trabajo de TODOS
los actores me pareció muy completo. Por cierto se respiraba que gran parte de
los responsables de la obra eran aragoneses y también gente “de mal vivir”
aunque joroba, todos estos están siempre alegres y contentos.