Siempre me he sentido profundamente subyugado por la belleza
de la arquitectura del Matarraña-Maestrazgo. De piedra y de madera, pero tan
lejana a la “francesa” de Ansó y Echo. Tan mediterránea y árabe en su
concepción. Influido por la lectura de “Tierra y Libertad”, desde que tuve
coche a edad temprana cada año iba una vez a recorrer esta tierra telúrica y
antigua.
Hace mucho que no voy y eso está en mi debe. Pero tengo que
reconocer que el paisaje mediterráneo montano de la comarca, a disfrutar especialmente
conduciendo por pista como la que acorta el recorrido Cantavieja-Mosqueruela,
llega mucho a este corazón pirenaico. Me llena la suavidad antigua de las
vaguadas y cerros entre masías. Los pinos ralos. Los restos de naufragio
dejados por los incendios forestales, horizonte negro-gris. El duro estilo de
vida masovero que dio lugar al desarrollo de la sociedad binefarense y que se
comentará en otra entrada.
En esta corresponde volverse a admirar sobre el elemento
arquitectónico que más llamó mi atención en mi primer viaje por el Maestrazgo.
Se trata de las celosías de barro, madera de casi cedro y yeso de la Puerta de
las Monjas de la muralla, adosada a convento anexo. Concebidos los pasos para
evitar la visión exterior de las monjas al cruzar la puerta, este tipo de
soluciones arquitectónicas que tanto engalanan el Bajo Aragón y el Maestrazgo
tienen similitud con la búsqueda de ambientes privados de la arquitectura y
urbanismo árabes.
La gracia y buen hacer de los artesanos mudéjares turolenses
alcanzan en este singular elemento dimensiones descomunales. Que lanzan a
Mirambel y el Maestrazgo nada menos que al reino de Saba como se desprende de
la siguiente imagen de Sana’a, capital yemení. Sociedad, como la aragonesa en
su tiempo, musulmana pero con sus propios judíos… La misma reina de Saba,
amante de Salomón y que propicia que yemeníes como Noa o los falushas etíopes
sean malamente admitidos en Israel.
En la imagen inferior se advierte la terminación de las
viviendas yemeníes en altura, Patrimonio de la Humanidad por desgracia
amenazado. El tratamiento de los pisos superiores de las casas de 5-7 plantas
de Sana’a concebidos para el deleite y disfrute de las familias propietarias de
las casas-torre, guarda una increíble relación ornamental con la puerta de
Mirambel. Aragón yemení.
Os dejo con un fragmento del principal poeta yemení del
momento: Nabilah Alzubair, un bersolari del desorden y la desolación,
veréis la tozudez de este poeta “mirambeliano”:
Cuando
quiera que mi cabeza golpeaba un muro
Yo decía: Todavía tengo cabeza
Yo decía: Todavía tengo cabeza
Cuando quiera que un muro golpeaba mi cabeza
Decía: Todavía existe un muro frente a mí
10/02 Luis Iribarren