13.2.16

Aragón singular, Casa de la Estanca de Borja

Enclavado en un paisaje de cañizos casi papiros…, propio del valle de Nilo o del valle del Indo, este enclave no demasiado aragonés por tan oriental fue visitado por mí el pasado mes. Y a fe que me precio de recorrer Aragón. Pero no tenía ni idea de su existencia hasta que una capacitadísima guía en Borja –siempre el factor humano- me habló de él. El viaje de aproximación por pista fue tan emocionante, tan sonoro —grullas, garcetas— y tan emotivo como mi primera visita al pantano de Mezalocha o a la cuba de Almonacid de la ídem. Aragón telúrico-militar.

Con tan excelente guía, también conversamos acerca del mejorable estado del palacio de los Borja-Borgia en la ciudad engalanado con el escudo matriz de la familia. Dicen que Aragón no tuvo un papa, pero siempre he pensado que fueron dos: uno de Illueca-Peñíscola pero otro de Borja-Gandía: el papa renacentista de origen aragonés e impagable personaje por terco, animal y pregoyesco Alejandro VI. Quizá antecedente de los Blasco actuales borgianos de nuestras entretelas. Lugar curioso Borja, con un alcalde histórico atleta como los de Monzón y con los Arcegas para reponerlo en cualquier momento.
 
Pero ahora toca presentar, no creo que sea tan conocido, este singularísimo monumento-edificio de servicio-escultura, único exponente con uso civil del mudéjar Patrimonio de la Humanidad.

El mismo tiene un componente de escultura-torre del reloj entre el páramo de tierra blanca, vides y olivos desde la estanca irrigados. Hace tiempo inmemorial. Casa para regular el inmemorial uso del agua escasa de nuestras entretelas. Desde la estanca, los “tablicas” que dicen en el valle del Martín en Teruel medirían los consumos de cada hortelano. Para resolver los pleitos, seguro existieron tribunales ya perdidos pero con las mismas funciones que el Tribunal de las Aguas valenciano.

Acompañamos la imagen con un poema egipcio, cual la marisma que se atisba desde la casa de la estanca. Se trata de la prosa poética de Naguib Mahfuz, excepcional novelista atacado por integristas y bardo de un Egipto soñado e improbable.

Un paseo por la estanca, una visita a los toneles de Bordejé o cualquier bodega excavada en el Santo Cristo de Borja, un par de garnachas en conversación en el bar del Palacio de Bureta… Tenemos una enorme suerte, que nos dure.

Fragmentos de Mahfuz.

La cima del éxtasis resplandece en un cuerpo desposeído y árido, pero liberado por su desafiante deseo de alegría.
A pesar de todo, al contrario de lo que mucha gente cree, el verdadero amor hace a los enamorados inmunes a las tentaciones.
No me angustia el mundo. Es la suerte y el destino...No busco ni dinero ni prestigio...Me basta con una buena familia y una buena moral...

05/02 Luis Iribarren.