Enclavado en un paisaje de cañizos casi papiros…, propio del
valle de Nilo o del valle del Indo, este enclave no demasiado aragonés por tan
oriental fue visitado por mí el pasado mes. Y a fe que me precio de recorrer
Aragón. Pero no tenía ni idea de su existencia hasta que una capacitadísima
guía en Borja –siempre el factor humano- me habló de él. El viaje de
aproximación por pista fue tan emocionante, tan sonoro —grullas, garcetas— y
tan emotivo como mi primera visita al pantano de Mezalocha o a la cuba de
Almonacid de la ídem. Aragón telúrico-militar.
Con tan excelente guía, también conversamos acerca del
mejorable estado del palacio de los Borja-Borgia en la ciudad engalanado con el
escudo matriz de la familia. Dicen que Aragón no tuvo un papa, pero siempre he
pensado que fueron dos: uno de Illueca-Peñíscola pero otro de Borja-Gandía: el
papa renacentista de origen aragonés e impagable personaje por terco, animal y
pregoyesco Alejandro VI. Quizá antecedente de los Blasco actuales borgianos de
nuestras entretelas. Lugar curioso Borja, con un alcalde histórico atleta como
los de Monzón y con los Arcegas para reponerlo en cualquier momento.
Pero ahora toca presentar, no creo que sea tan conocido,
este singularísimo monumento-edificio de servicio-escultura, único exponente
con uso civil del mudéjar Patrimonio de la Humanidad.
El mismo tiene un componente de escultura-torre del reloj
entre el páramo de tierra blanca, vides y olivos desde la estanca irrigados. Hace
tiempo inmemorial. Casa para regular el inmemorial uso del agua escasa de
nuestras entretelas. Desde la estanca, los “tablicas” que dicen en el valle del
Martín en Teruel medirían los consumos de cada hortelano. Para resolver los
pleitos, seguro existieron tribunales ya perdidos pero con las mismas funciones
que el Tribunal de las Aguas valenciano.
Acompañamos la imagen con un poema egipcio, cual la marisma
que se atisba desde la casa de la estanca. Se trata de la prosa poética de
Naguib Mahfuz, excepcional novelista atacado por integristas y bardo de un
Egipto soñado e improbable.
Un paseo por la estanca, una visita a los toneles de Bordejé
o cualquier bodega excavada en el Santo Cristo de Borja, un par de garnachas en
conversación en el bar del Palacio de Bureta… Tenemos una enorme suerte, que
nos dure.
Fragmentos de Mahfuz.
La cima del
éxtasis resplandece en un cuerpo desposeído y árido, pero liberado por su
desafiante deseo de alegría.
A pesar de todo,
al contrario de lo que mucha gente cree, el verdadero amor hace a los
enamorados inmunes a las tentaciones.
No me angustia
el mundo. Es la suerte y el destino...No busco ni dinero ni prestigio...Me
basta con una buena familia y una buena moral...
05/02 Luis Iribarren.