La personalidad y perseverancia japonesas sorprendieron a la
sociedad aragonesa por la reacción solidaria del país que tuvo lugar tras la
crisis de Fukushima. Todo eran preguntas, felicitaciones y estupefacción ante
el orden en el dolor japonés. La Asociación Aragón Japón las recibió y por eso
las conozco, a la vez que nuestros festivales solidarios sirvieron para
reconstruir casi por entero un colegio cerca de Fukushima, a 40 kilómetros,
donde la generosidad de la sociedad aragonesa quedará por siempre plasmada en
una piedra alegórica. Vinculamos nuestro donativo en un proyecto concreto y así
acertamos y se puso una bandera cuatribarrada como las pone Pauner.
Tras este esfuerzo, me dediqué por un año a observar las
reacciones de la sociedad japonesa a la desgracia, de qué forma iban a servir
para el resto de la humanidad. Así, en un primer momento se produjo, incluso
desde el Gobierno, un replanteamiento de la dependiente balanza eléctrica
japonesa de la energía nuclear. Fue una de las causas del incremento del precio
del petróleo en 2013, con un Japón desaforadamente lanzado a ganar tiempo,
comprar petróleo a Irán –alianza previa a la europea-, mandar tropas a
Afganistán –primera misión japonesa exterior desde 1945- y girar la vista hacia
la profundización en la investigación de la energía maremotriz y geotermia. El
calor está cerca en Japón porque es un conjunto de islas volcánicas y así lo
está probando Fujitsu en la isla Patrimonio de la Humanidad de Yakushima, isla
con emisiones cero y banco de pruebas que se ha querido trasladar a Tenerife
sin resultados.
Acompañadas por investigaciones sobre la energía que
producen los campos de algas o una mayor presencia de las setas y dichas algas
en la dieta japonesa, hablan de lo interesante que es seguir la evolución
tecnológica japonesa en estos puntos. Un país que importa el 80% del arroz que
consume, favorece el crecimiento de Vietnam o Tailandia por dicha razón y
reserva su afamado “arroz bomba” para sushi.
Luego está la cara B de todo ello: cómo sus empresas
emblemáticas –zaibatsu- compran la deuda pública necesaria para reconstruir
Sendai, cómo tras enfriarse la opinión pública Toyota evita el apagado de una
central próxima a Aichi –anterior feria mundial a Zaragoza- y ubicada en las
inmediaciones de una triple falla. La dependencia energética genera estas
contradicciones que la sociedad aragonesa no debería tener: hemos bajado de un
8% a un 4% de PIB energético cuando exportamos energía hidroeléctrica y
generada por el polvo, niebla, viento y sol. La despoblación como oportunidad.
Aragón es soberano e independiente en energía. Y si se reconoce la reserva
estratégica que supone el carbón, absolutamente excedentario. Volveremos sobre
este asunto de modo amplio.
Porque el objetivo de esta columna es otro: reflexionar
sobre una reciente norma de la sociedad japonesa que marca la diferencia.
Japón cuenta con un patrimonio inmaterial de la humanidad
tan diverso y rico como el español: teatro noh, bunraku, construcción
tradicional en madera, instrumentos como el taiko –tambor japonés-, fabricación
de kimonos mediante peculiares tratamientos de la seda, cuchillería-fabricación
de katanas… Pues bien, de manera previa a su reconocimiento por la Unesco,
quizá reconocidos por esa razón, el Gobierno japonés impulsó un programa de
conservación de los usos artesanos con una base peculiar a imitar.
No denominar los productos que también -ya tienen
reconocimiento mundial- sino ante la pérdida de artesanos en esos sectores,
proteger a las personas. Proteger los oficios tradicionales y las sagas de
artesanos que a ellos se dedican como forma de evitar el copiado chino o
español, que nadie esta libre, de estos usos artesanos. Todo ello con
financiación de los expresados zaibastu.
De allí mi imagen. Se trataría de que IberCaja, Chocolates
Lacasa, Saica… todos los que aparecen en foto reciente con Santiesteve,
preocupados por la “ralentización” de inversiones en Zaragoza, coordinados por
el Gobierno de Aragón y mediante leyes de mecenazgo concretas protegieran cosas
como las que siguen, y la lista la completáis vosotros: herreros de forja de
determinados municipios, fabricantes de gaitas de boto, de queso tradicional,
de vino de altura o garaje, de gaitas de boto, de relojes de torres de
campanario… Hacer un catálogo de industrias y oficios artesanos aragoneses –no
necesariamente rurales pero favoreciendo su implantación en ese medio- y
protegerlos, divulgarlos y generar formación para que los mismos no
desaparezcan. A través de la protección personal de los artesanos que ya
existen.
Todo está inventado: así que sería extender la PAC, que
garantiza la renta agraria, a través del Leader a estos emprendedores con el
compromiso de crear empleo.
Es un poco la historia de los Titiriteros de Binéfar,
enamorado Paco de su oficio por haber existido un titiritero con burro que
recorría el oriente oscense desde San Esteban de Litera. Que pasó algo de
hambre pero que sembró para que se generase la mejor empresa cultural
aragonesa, que difunde el nombre de Binéfar allende Aragón.
08/02 Luis Iribarren.