La primera vez que yo vi floristerías que
se abrían a la calle, que llenaban las aceras de macetas, flores y olores, que
en un barrio te invadiera visualmente unos carritos llenos de maravillosas
flores, fue en el norte de Alemania. Hace varias décadas, es cierto, pero en
Zaragoza las floristerías, no muchas es cierto, no sacaban a la calle sus
flores, pues además de tener pocas y siempre cortadas, no era lo que se
entendía como un buen reclamo de venta.
Los tiempos han cambiado y Zaragoza supo
atrapar ideas y llenarse de más color sacando a las aceras primero carritos con
macetas y luego ya literalmente llenando las aceras de color y salud. Sin
entrar en más pensamientos legales de tan complicado entendimiento a veces, es
un golpe visual muy de agradecer el que nos podamos encontrar con estos golpes
de naturaleza. Sin duda si tengo que elegir entre veladores de mesas y sillas
de plástico y marcas de bebidas y estas flores, elijo el color verde.