Puede y debe llegar el principio
del fin de un sistema modulado por y para las élites, para su pervivencia en el
tiempo, llámese alternancia o bipartidismo. Las ciudadanas y ciudadanos estamos
hastiados de ver a las élites políticas y económicas campar a sus anchas por el
lodazal de la corrupción y que esas mismas personas nos digan hasta dónde llega
nuestra libertad.
Llegará un día que el pueblo hará
su revolución, pues es cuestión de dignidad o sometimiento, la que proceda en
el tiempo que nos toca transitar democráticamente, cambio que quizás hoy no
lleguemos a vislumbrar cómo será, ni su resultado final, pero la hará y eso
será hacer lo que se debe hacer para encontrar la verdadera y humana libertad y
pasará, inevitablemente, por tomar legalmente los “palacios de invierno”; y
quienes no vean o no quieran ver este cambio, se quedarán solos en el olvido,
petrificados, frente a una generación surgida en la transición, esperanzada y
traicionada y, frente a otra generación joven, hija de la anterior, frustrada y
desilusionada, que jamás ha llegado a entender cómo les han arrebatado en tan
poco tiempo y con tanta saña los derechos por los que sus padres y abuelos
lucharon y que ellos consideraban inherentes a su condición de ciudadanos.
También quedarán fuera, seguro,
quienes no miren más allá de sus buenas intenciones, los nuevos sectarios, los
que no entiendan que, otros como ellos, llevan mucho tiempo luchando éticamente
para hacer de este país, un Aragón más humano y solidario y en dónde sus gentes
puedan ser felices y eso, tantos años de trabajo, sacrificio y experiencia
personal, no se deben tirar por la borda. Nadie tiene la patente de repartir carnés de honestidad, comportamiento que
llevan practicando muchos, mucho antes que algunos la hubieran descubierto.
Afortunadamente.
Antonio Angulo Borque - Zaragoza