9.11.14

Voy hablar de Zaragoza, no de Barcelona. No hay que copiar, hay que aprender

Seguimos en el blog de Zaragoza aunque os traiga una imagen maravillosa de esa Barcelona que sorprende, en un día en el que los catalanes están hablando. Es el Palau de la Música de Barcelona, palacio que en su exterior llama la atención encuadrado entre calles estrechas que le intentan restar protagonismo, por lo que tuvo el arquitecto que crear un edificio maravilloso. Pero que si entras dentro del Palau de la Música te atrapa irremediablemente.

¿Y por qué hablo de este Palacio de la Música en un blog de Zaragoza?

Nos quejamos mucho en Zaragoza (y en otros lugares también) de lo poco que el Estado, los Gobiernos, cuidan y miman la cultura, las inversiones, los trabajos culturales que se convierten en referencias. Pero todo tiene truco que muchas veces no queremos conocer, no queremos sobre todo intentar. Y lo digo desde posiciones sociales progresistas, no estoy hablando de liberalismos aunque lo parezca.

Todo este enorme palacio se construyó por iniciativa privada de personas para dar servicio a un orfeón, un gran coro que dieran sentido de gran calidad a todo tipo de música, con preferencia a ellos mismos. El Orfeón Catalán.

Las personas que cantaban y crearon este proyecto de la mano de dos músicos reconocidos no eran de la alta sociedad, los integrantes de este proyecto no eran de la gran sociedad empresarial, aunque daban servicio cultural y gozo a esa sociedad, no hay que disimular. Pero este grandioso edificio es el ejemplo de cómo la fuerza de unas personas supo lograr la financiación suficiente desde empresas y familias catalanas para poder construir un proyecto, una fundación. También la unión de persoans implicadas con un proyecto pueden rascar los bolsillos al menos en Cataluña, de empresas y gentes de posibles.

Y aun más. No hace muchos años se han tenido que cambiar todos los tubos del gran órgano que suena maravillosamente en un espacio lleno de cristales y luz donde los sonidos suaves contrastan tremendamente con los enormes sonidos fuertes. Y el coste inmenso de la obra también ha sido sufragado por nuevas empresas y familias catalanas. Y cada una de ellas ha adoptado un tubo o parte de un tubo, y sus nombres figuran en la escalera de bajada de la sala del Palau de la Música. Es la conjunción entre necesidad, tesón, ingenio y pasión.

El Palau de la Música con sus más de 400 actuaciones cada año también dan un ejemplo de uso. También de ingresos constantes para mantener este palacio sin casi ayudas públicas. De los 22 miembros de la directiva solo tres pertenecen a organismos públicos. Uno de la Generalitat, otro del Ayuntamiento y otro del Ministerio de Cultura.

Si se intenta y se cree en ello, se puede edificar cultura de forma privada. Pero hay que trabajarla mucho más que si simplemente estamos esperando a que los organismos públicos nos pongan los dineros. Pero la libertad de actuación, de realizar lo que realmente apetece, es inmensamente proporcional al control de los que ponen el dinero.