El Zalmedina era una figura principal en la
Zaragoza ya cristiana (y otras zonas de Aragón) que ejercía jurisdicción
ordinaria e importante, creada por el Rey de Aragón basándose en la anterior
figura del Zabalzorta de los musulmanes, y que hasta el año 1705 existía en
otras parte de aquella España, aunque con distintas funciones.
Era el jefe de la policía, juez supremo o
de última instancia en asuntos criminales, inspector de tierras y pleitos
importantes y cuidados de que se ejecutaran las sentencias de instancias
judiciales inferiores. Era también el policía de los policías, el que velaba de
que estos actuaran siempre conforma a la ley.
Era obligatorio que habitara en el Reino
de Aragón y podías ser nombrada una persona de cualquier condición pero que fuera
ciudadano de Zaragoza y no podía durar su cargo más de tres años (desde el
reinado de Fernando I, pues antes era un cargo vitalicio). En caso de que el
nuevo cargo tardara en poderse hacer cargo de su puesto, se podía alargar hasta
3 meses más el cargo del anterior. Curiosamente siempre debía portar una vara
en sus manos como signo de poder y mando. Simbólico pero obligatorio.
Tenía un buen sueldo, era un cargo con
mucho poder judicial en Zaragoza que a veces tropezaba con los asuntos del
Justicia de Aragón, pero también grandes responsabilidades y unas penas muy
tasadas con la pérdida de parte de sus sueldos e incluso cárcel, si no cumplía
con sus muchos deberes y trabajos, para los que disponía de lugartenientes,
aguaciles, etc.
Debía dejar su oficio anterior y
dedicarse bien y fielmente al nuevo puesto, jurando lealtad al Rey. Entre sus
funciones estaba la de visitar todos los viernes la cárcel y a los presos para
ver que eran bien tratados. Y debía cuidar que las limosnas obligatorias eran
bien repartidas entre los más necesitados. No debía entrar en temas de pleitos considerados
menores y solo en aquellos de importancia para la ciudad y sus habitantes. Pero
tenía la potestad de devolver las armas a quien la policía de entonces se las
hubiera quitado, pues en realidad era un Jefe de Policía. Y no podía ausentarse
de Zaragoza y sus términos de actuación, si no era por una causa muy justa y
para ello debía pedir permiso al Rey o a los Jurados, perder parte de su
salario y nunca hacerlo a la vez que su lugarteniente.
No era posible repetir en el cargo si se
habían terminado los tres años del mandato, excepto que estuviera otros tres
años sin serlo y volver a ser elegido por el Rey. Para su elección los Jurados
de la ciudad elegían una terna de cuatro vecinos que eran presentado al Rey y
este seleccionaba entre ellos al Zalmadina. Una vez elegido no podía ser
reemplazado en posteriores periodos por ninguno de sus familiares más directos.
Esta cargo de Zalmedina viene de las
épocas en que Zaragoza estaba habitadas por los árabes y se mantuvo junto a las
nuevas figuras jurídicas tras la Reconquista pues hacía unas funciones
diferentes y que se complementaba con otras figuras jurídicas nuevas. Sería un
cargo simular al actual Gobernador Civil o al cargo de la época romana “Comes Civitatis” o al “Dux” en los
periodos visigodos, gobernadores militares y civiles de las grandes ciudades o
de las provincias.
En Zaragoza tenemos una calle en el Rabal
en recuerdo a esa figura jurídica que en Zaragoza tuvo una importancia superior
y más amplia y larga que en otra zonas de España.