Mientras en Zaragoza cierran comercios zaragozanos
de muchos años de vida por diversos motivos —de los que todos somos un poco
responsables— abren franquicias extranjeras como Dunkin Donut y un Kentuchy
Fried Chicken. Con el cambio creo que salimos perdiendo, pues estos locales son
los mismos —en todo— a los que podemos visitar en Madrid, Singapur o Lisboa.
Ya no merece la ocasión viajar, si no te
gusta entrar en iglesias, cementarios o museos. Todas las calles son iguales.
Hasta las marquesinas de los autobuses. Así que si estás esperando un autobús
en Reino Unido o Francia no sabes bien si estás en las Delicias o en el Rabal.
De hecho en la grandes ciudades españolas
ya van montando hamburgueserías sin marca de plástico, para diferenciarse de la
globalización del comercio mundial. Uno es que pasea por la Gran Vía de Madrid
o por la Puerta del Ángel de Barcelona y si se tapa los oidos no sabe si estás
en Milán, Ginebra, Chicago o Buenos Aires.
Zaragoza tiene un problema con su
comercio del centro, donde va perdiendo tiendas importantes para convertirlo
todo en un Centro Comercial anodino. Las Asociaciones de Comerciantes deberían
presionar más para que esto no sucediera, pues el riesgo es grande. Como
también desde el Ayuntamiento de Zaragoza hay que trabajar más los apoyos al
comercio de proximidad en los barrios, pues son parte de la vida urbana de
estos, y se nota mucho en las zonas en donde están asentados de las que no
tienen la suerte de poderlos tener.
Los vecinos de Zaragoza saben valorar con
puntuación alta el comercio de proximidad, aunque no siempre lo valoran con lo
importante, comprando. La mayor ayuda que pueden recibir estos establecimientos
viene por sus propios vecinos. Así, que manos a la obra.
Nota.: Si entras por la puerta de ese momotreto que se ve en la imagen, en Birmingham, te esperan más de 1.000 tiendas. Pero no te preocupes, lo más bonito es la fachada, el resto es en casi todos los casos similar a las tiendas que puedes ver en Independencia, Puerto Venecia o Grancasa.