21.11.17

Zaragoza 2025 (4) Torrero, la más poblada

Zaragoza ciudad de ciudades 07. Cementerios de Torrero y de La Cartuja

Panteón del Cementerio provincial de la Cartuja, junto a cocheras. Antecedente de Torrero. Neoclásico  de 1871 y vinculado al Hospital de Gracia-actual Provincial. En este panteón yace medio callejero de Zaragoza: el doctor Cerrada, Lasierra Purroy, Manuel Lasala y el alcalde Caballero entre muchos.


Las calidades de las sociedades distan en sus ejemplos del platonismo, las comprobaciones sobre las mismas son y deben ser aristotélicas.


El culto a los muertos presenta singulares y aquilatadas representaciones en lugares del mundo materialmente pobres, pero donde el alma y el aura mantiene a las sociedades unidas. El respeto a los antepasados como fuente de cohesión. Eso se traduce en cementerios limpios y cuidados, mantenidos los artesanos que los embellecen, en mitad de la aparente miseria –sólo si la relacionamos con el consumismo-.


Por eso y más allá de la mitomanía –Pére Lachaise ó cementerio de Brooklyn- me detengo cuando viajo en cementerios. Y he estado en Japón viendo piedras-túmulo representativas o el problemático mausoleo donde yace Hideki Toojoo, en el mundo musulmán con sus estelas-turbante o donde para mí surgió todo, mi relación con la muerte artística, en el sobrecogedor por kafkiano Cementerio Judío de Praga.


Recientemente me sedujeron mucho los cementerios de Malta, cruce de caminos, culturas y lenguas como ninguno de Europa y que en sus lugares santos refleja perfectamente esa amalgama, al punto de gozar de enterramientos prehistóricos patrimonio de la Humanidad. Además de los de los caballeros de Malta –muchos aragoneses en sentido amplio-, de los de inspiración turca –la mayoría- o los recientes más influidos por la pertenencia al Imperio Británico.


En España mis favoritos son el Cementerio de Montjuïc de Barcelona, el monte de los judíos, con sus calles aterrazadas donde se aspiran bocanadas de Mediterráneo, y en una pequeña escala, y estoy también fascinado por los de Teruel y sus tumbas  modernistas y el de Biscarrués, pueblo de canteros y tallistas.
Cementerio alemán de Zaragoza. Abajo, escultura de Mauricio en Casablanca


Veréis que me dejaba Torrero… Os confesaré algo, me lo dejaba por desconocimiento. Mi capital notarial y de la muerte es Jaca y no Zaragoza. Nunca estoy el 1 de noviembre, o estoy en Berdún o en Sangüesa, Navarra. Y es un día de celebración, donde busco hierbas y matas de árboles para contrarrestar las flores subidas naturales que ponen mi familia y las demás. El resto del año voy poniendo a esa parte de mi vida flor de cerezo, almendro o lo que toque.

En Zaragoza he tenido que sufrir el tanatorio antiguo en la muerte de varios queridos amigos, seguidas algunas por incomprensibles homenajes vinícolas republicanos al difunto.


Este año lo recorrí a fondo y me pareció tan sobrecogedor, descomunal y bello como el de Montjuïc citado. Es el de Zaragoza, enterramiento de Costa al margen, un cementerio-paseo por la historia del arte desde finales del XIX con emocionantes panteones y esculturas modernistas y rodinianas.


Especialmente conmovedora es la fosa común y su escultura alegórica, así como el laberíntico homenaje, un acierto, a los caídos desaparecidos en la guerra. Por otra parte, también es muy reseñable y tiene una gran calidad arquitectónica el enterramiento a los caídos del frente nacional, con sus cruces blanco-normandas. En dos manzanas, se resume el cementerio de Verdun y los de los aliados en las Ardenas.


Volviendo en bucle a la frase inicial, el cementerio de Zaragoza presenta un aspecto descuidado en sus partes más interesantes, ciertamente cercano al abandono. Y sin embargo en otras, columbarios, determinados panteones, tumba de Camón… roza la sinrazón hortera postmoderna, cada uno resolviéndose su tumba. Es decir, representa nuestro urbanismo caótico con gotas de lo contrario a carta cabal.


Felizmente se está restaurando su entrada histórica. Y luego está ese entorno por descubrir y disfrutar en silencio: el cementerio alemán donde yace Mauricio Aznar Müller, por mor de su origen materno.
Los cementerios de la Cartuja y de Juslibol, con una de las vistas más bellas desde su terraza de Zaragoza ciudad, también merecen una visita reposada.


Por motivos obvios, poesía del maestro Mauricio, que ya tocaba, que tanto nos marcó con su mirada vidriosa pero ambiciosa y lejana. Profético bardo del cambio climático y los aviones para que no se pedreguen los opeles:



Los amigos en la taberna
me dicen que el agua de Mayo está al caer
pero al este del Moncayo solo hay sed
y el desierto para correr.
Y maldita sea mi suerte por quererla
como si fuera mi mujer,
como nadie la podrá querer.
20/11 Luis Iribarren