Estos días he tenido la oportunidad de conocer de cerca el trabajo altruista de personas que…, “por amor al arte” —expresión que en este caso viene como anillo al dedo— hacen una labor por la ciudad encomiable. Japón es el país que dio lugar a la papiroflexia y es allí donde más tradición existe sobre el Origami, pero aunque pueda parecer paradójico, la única ciudad que alberga el único museo que existe en el mundo con obras elaboradas con papel plegado, está en Zaragoza.
Tuve la suerte de conversar con uno de los responsables del museo que se encuentra en el Centro de Historias de Zaragoza. Me comentaba con desánimo la falta de ayudas por parte de las instituciones que sufren. Hasta tal punto necesitan ayuda que de seguir así tendrán que trasladar el museo a otra de las ciudades que ya han manifestado su deseo de acogerlo.
La implicación de algunas de estas personas que han conseguido concentrar todo el arte de la Papiroflexia en nuestra ciudad aún va más allá. En su dedicación y generosidad por su ciudad crearon hace tiempo la Asociación Legado de la Expo. Asociación sin ánimo de lucro constituida por la inquietud que les producía el estado actual en que se encuentra el Legado de lo que fue la Exposición Internacional Zaragoza 2008.
En esa lucha más bien en solitario para no dejar morir lo que sin duda podría contribuir a un mayor desarrollo turístico y económico y para el disfrute de la ciudadanía, demandan la implicación de todos los agentes políticos, sociales y económicos para celebrar el décimo aniversario de dicho acontecimiento.
A esa lucha continua de llamar a puertas con propuestas, algunas sin respuesta, me comentaba el apoyo también de otras asociaciones, en la defensa de una veintena de obras artísticas que se encuentran en un estado lamentable. Me preguntaba a mí, con cierta pena, cómo era posible que la Exposición internacional, fuese la única sin representación en el Museo Mundial de Shanghai, un museo que nos daría prestigio y pondría a nuestra ciudad en el mapa.
Lo que tanto ha costado y otras ciudades envidiarían, aquí no somos capaces de sacarles rendimiento. Nos despedimos comentando los seis meses de espera que tuvimos que llevamos a la cara para esperar a reparar el Azud del Ebro. De regreso a mi casa pensé que a veces no hay segundas oportunidades. Es el ahora o nunca.
Daniel Gallardo Marin