Si eres aragonés no vayas nunca a Canfranc. Nunca. Es una localidad maravillosa, sus paseos y caminos son numerosísimos, de todo tipo de dificultad y duración, bellos y húmedos, se come muy bien y barato, hay hoteles muy serviciales con piscina cubierta en verano, el tiempo en los meses cálidos es una maravilla y en invierno la nieve es otro añadido más, y eso sin tener en cuenta que Canfranc sirve para descansar o para hacer deporte; pero si eres aragonés no vayas nunca. Da igual que te hablen de sus maravillosos otoños llenos de todos los colores, o de sus aguas o sus alrededores. No vayas nunca, en serio.
Se te partirá el alma, y cuanto más preguntes o leas lo pasarás peor. Nunca vayas a visitar el esqueleto de la Estación Internacional, no quieras saber por el mantenimiento de los servicios anti aludes, y nunca te enteres de que posiblemente no les interesa abrir el túnel ferroviario, ni tampoco fisgonees a qué se dedica esa empresa que trabaja en el interior de las montañas, incluida en su zona de experimentos una parte del antiguo túnel que hoy dicen inservible.
Lo dicho, si eres aragonés no vayas nunca a Canfranc y sobre todo no preguntes. Se lo podemos dejar para que vayan los catalanes, vascos o franceses. Todos ellos hablarán de la desidia de los aragoneses, pero tú no estarás allí para saber ni escuchar. Y sobre todo si vas, no preguntes nunca por los wáteres de la estación de Canfranc. Ni por los de la internacional ni por los de apeadero que ahora dicen es la estación nueva. Jodo petaca. Y no te preguntes cómo hemos sido capaces de dejar el valle en las condiciones en que está, ni cual es el motivo por el que nos siguen mandando camiones y camiones de maíz francés que nosotros cargamos en trenes mercancías. Que seamos un inmenso territorio productor de maíz que a veces mal vendemos no tiene nada que ver, pues yo de so no entiendo.
Julio M. Puente Mateo