La idea del nuevo Ayuntamiento de Zaragoza para convertir el edificio de la Plaza del Pilar en un gran museo municipal me parece un acierto interesante. Con sus cuidados. En Madrid tienen un ejemplo similar, el CentroCentro, que por cierto ahora Carmena quiere si no suprimir si readaptarlo totalmente. Así que cuidado con las buenas ideas, pues hay que mantenerlas en el tiempo y analizarlas con calma.
La Plaza del Pilar es un punto neurálgico de Zaragoza que debemos impulsar pues haciéndolo lograremos más ciudad y además revitalizar el Casco, que tras la marcha de los juzgados ha querido un poco herido. Fondos tiene el propio Ayuntamiento para el Museo de la Ciudad y para cien exposiciones temporales. Igual me he pasado pero con un buen gestor de contenidos lo supera.
Siempre nos hemos quejado de que una de nuestras debilidades como ciudad con atractivo es no lograr mantener a los turistas unas horas más entre nosotros, para que así tengan que hacer noche en más número. Tenemos suficientes focos de atención en Zaragoza, pero muy desperdigados en una ciudad grande. Eso es un problema insalvable o casi. Lograr puntos cercanos que se atrigan entre ellos es una posibilidad positiva.
Los Museos siempre pierden dinero si empleamos una contabilidad al uso; lo pierde el Prado, la Tate o la National Gallery. Pero nadie es capaz de imaginar un Madrid sin el Reina Sofia o un París sin el Pompidou. La ganancia se mide en satisfacción y cultura, en buen nombre y en atracción, en lograr que Zaragoza crezca en calidad incluso histórica.
El edifico del "viejo" Ayuntamiento se puede prestar a ser Museo con un análisis de espacios que sea incluso osado. No se necesita una inversión importante para lograrlo. Debe seguir siendo el foco político de la ciudad, continuar con sus actividades actuales. Pero readaptar los espacios de visita pública para dotarlos de contenidos que hagan notar el gran valor de Zaragoza, en una inmensa plaza urbana que ya contiene varios focos más que ejercerían de imanes complementarios, incluidos otros que podrían venir cuando los dineros no sean esos fantasmas que han huído, casi parece que para siempre.
Julio M. Puente Mateo