Las obras del tranvía acabaron casi en silencio y en diferido con la vida de un gran número de árboles en el ACTUR y Gran Vía, por mucho que aparentemente se tomaron medidas para evitarlo. Medidas que todos los que tuvimos ocasión de visitas las obras, muchas veces se obviaron, no tanto como imagen de labor, como de falta de mantenimiento y mala planificación. Aun así y además, bastantes árboles de la zona sufrieron en sus raíces las obras, las talas y mal tratos, o tal vez la inevitable realidad de unas obras grandes.
Y ahora toca remediar aquellos desmanes, descuidos o descontroles. Posiblemente más de una centena de grandes árboles tendrán que ser talados en Zaragoza en los próximos días o meses por efecto de las obras del tranvía. ¿Alguien sabe lo que sucede cuando un árbol grande es talado en una ciudad como Zaragoza?
Pues esos árboles ya han creado una gran red de raíces sobre el subsuelo, mezclándose muchas veces con todo tipo de servicios que tampoco vemos al ir enterrados. El sistema barato es talar, cortar y dejar el cepellón enterrado (dicen y hacen que muchos años) hasta que las ramas del interior de la tierra se pudran tras secarse. De esa manera cuando se tienen que arrancar no se encuentran con una gran zona de leña y ramas con mucha potencia y fuerza, lo que no solo dificulta el arranque sino que hace peligrar que no produzca daños sobre las tuberías de servicios. Hasta ahora estaba económicamente prohibido arrancar de raíz los árboles. Se podaban a ras de suelo y se dejaba la huella.
Ahora los vecinos del ACTUR plantean que los árboles arrancados en las próximas semanas sean sustituidos por otros árboles ya crecidos con al menos 30 centímetros de grosor. Mucho me temo que la respuesta será negativa. Por coste del propio árbol nuevo y por la necesidad de tener que dejar un tiempo los cepellones viejos. ¿Alguien ha contado cuántos árboles hay cortados en Zaragoza, con el cepellón enseñando las miserias y los parterres vacíos?