Según el Evangelio, “ecce homo” ("he
aquí el Hombre") son las palabras que Poncio Pilatos dirigió a la multitud
presentando a Jesús de Nazaret, con la corona de espinas y muy deteriorado
físicamente, tras haber sufrido varias torturas y malos tratos y poco antes de
ser juzgado y condenado a la crucifixión. De allí que, coloquialmente, ir/estar
hecho un “ecce homo” sea sinónimo de estar mal físicamente, herido o magullado.
Hace tres años saltó a la luz
pública un desgraciado incidente en Borja. Un “ecce homo” de un artista menor
pintado en un lateral de la iglesia del Santuario de la Misericordia de Borja (un
bello complejo arquitectónico situado en un paraje espectacular en la muela de
Borja) era destrozado por una octogenaria sin conocimiento alguno de arte ni de
restauración.
Así es como tratamos las obras de
arte en Aragón.
Presuntamente, la propiedad
permitió y, parece, avaló el atentado al patrimonio histórico-artístico y
nadie, que yo sepa, le ha pedido responsabilidades por el atropello al
patrimonio y la conculcación de la normativa que impone a la propiedad el deber
de protección de estos bienes. La autora tampoco ha sufrido amonestación
alguna, bien al contrario, es poco menos que una heroína local.
Lejos de avergonzarnos como
sociedad por tanta incultura e impericia, parece que el hecho y el grotesco
fantoche en que ha quedado la pintura es motivo de orgullo local y se
promociona como casi único atractivo de una bella ciudad que atesora un rico
patrimonio (conventual, religioso, urbanístico —plazas, puertas—, palaciego)
fruto de su rico pasado más que bimilenario en un entorno natural privilegiado
en un punto de encuentro de las estribaciones de las sierras ibéricas y el
Valle del Ebro.
En lugar de reaccionar y
restaurar debidamente la obra, como hubiera sido lógico, el garabato se protege
y se promociona a la vez que el desgraciado incidente, como si de un hecho
memorable se tratara.
Así somos en Aragón, así tratamos
nuestra Historia y nuestro patrimonio. Esperemos que no cunda el ejemplo y no
aparezcan émulos de la “articida borjana”, ávidos de fama fácil y
reconocimiento local que sigan destruyendo lo poco que nos va quedando de
nuestro patrimonio tras años de olvidos, ataques, ventas, expolios y
destrucciones.
En definitiva, que no siga nuestro patrimonio “hecho
un ecce homo”.
Jorge Marqueta