Creo que tras ver la Noche de los Goya uno debe rendir un
pequeño homenaje al zaragozano que mejor encarna la figura del “amigo” del cine
en Zaragoza. O al menos eso creo yo. Luis Alegre es el amigo del cine…, bueno
es el amigo de casi todos los que se le acercan. Rabalero de pro ha escrito
este artículo que a continuación os dejo, sobre el cine, su gran pasión. Se
publicó en Heraldo de Aragón y luego en huffingtonpost.es.
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La ciudad de los zapatos.
Algunas de las personas que mejor quieren a nuestro cine
viven en Nantes, la ciudad francesa en la que nació Julio Verne. Allí, en 1990,
Pilar Martínez-Vasseur creó el Festival de Cine Español, en el que, cada año,
se exhibe el cine más sobresaliente de la temporada. En abril se celebra la
edición número 24. Nantes tiene unos 280.000 habitantes. De ellos, cerca de
27.000 acuden a ver películas españolas durante las jornadas del festival.
Desde 1990 cientos de profesionales han acudido a Nantes. Pilar Martínez y su
equipo han consolidado este certamen como uno de los acontecimientos culturales
más relevantes de la ciudad. Hace unos años la Academia del Cine Español
distinguió al festival con el Premio González Sinde, que reconocía su
extraordinaria labor.
Pilar Martínez vive en Nantes desde los años 80 pero es
aragonesa. Nació en Jaca, estudió Historia y Filología Francesa en la
Universidad de Zaragoza y luego se doctoró en Ciencias Políticas en París. Es
Catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Nantes y su idea de
crear el festival fue empujada por una mezcla de dos de sus grandes pasiones,
el cine español y la historia de la España contemporánea. Pilar observó que en
Nantes se tenía una imagen muy anticuada de España y pensó que mostrar una
cuidada selección del cine español podría contribuir a mejorar el conocimiento
de nuestro cine pero, también, de la propia España. Pilar Martínez ha contado
con dos cómplices fundamentales: José Márquez y Joxean Fernández, profesores de
la Universidad de Nantes y codirectores del festival. Joxean es donostiarra
pero vivió en Zaragoza mientras estudió Historia en la universidad. Joxean
dirige desde hace unos años la Filmoteca Vasca y forma parte del comité de
dirección del festival de cine de San Sebastián. Continúa muy ligado a
Zaragoza, el lugar en el que viven sus padres y su amiga Marta Horno, con la
que hace unos años realizó A las puertas de París, un estupendo documental
protagonizado por un puñado de mujeres españolas que se emplearon como porteras
en el París de los 60.
Pilar Martínez, José Márquez y Joxean Fernández también han
metido el cine español en la Universidad de Nantes. El otro día, por ejemplo,
fui invitado a la Facultad de Lenguas y Culturas Extranjeras para charlar con
David Trueba de Vivir es
fácil con los ojos cerrados, una de las películas que esta noche
protagonizan los premios Goya. Los asistentes eran profesores de español en
secundaria. La trama de la película -un profesor en la España de los 60 que
enseña inglés con las canciones de los Beatles- era perfecta para cautivar a
ese público y lo consiguió totalmente. Cada vez que estoy en Nantes pienso lo
mismo: qué maravilla de ciudad y de gente, qué emoción que en un lugar así se
aprecie tanto el cine español y qué escándalo histórico supone la diferencia de
cariño que se advierte en muchos sectores de la sociedad española.
En 2013 el Ministerio de Educación y Cultura de España
pretendió destinar 1.000 euros al presupuesto del Festival de Nantes, uno de
los eventos que más hace por difundir nuestro cine en el mundo. El festival
rechazó la limosna. Esos 1.000 euros eran muy coherentes con el asombroso
desprecio que sufre el cine español desde siempre y que en unas épocas se ha
disimulado mejor que en otras. No hay que andarse con rodeos: el cine español,
realmente, nunca ha sido una prioridad para casi nadie. Encima, desde hace un
tiempo, algunas de sus figuras más relevantes se han convertido en víctimas de
los prejuicios, la rabia y la mala baba ideológica de muchos españoles que no
precisan ver el trabajo de esos profesionales para asegurar que es una completa
basura. Alguna derecha mediática, especialmente, no solo no se ha molestado en
camuflar su inquina sino que, incluso, la sobreactúa, buscando halagar los
bajos instintos de sus hooligans. Esos medios se han consolidado como una
insólita fábrica de infamias, mentiras y manipulaciones alrededor del cine
español y su gente. El clima de opinión explica pullitas como la lanzada por el
ministro Cristóbal Montoro, quien, hace unos meses, en una entrevista con Pepa
Bueno en la Cadena Ser, dejó caer que
el problema del cine español era su baja calidad. Ante la polvareda
formada, el ministro
reculó. Pero no conozco a nadie que piense que esa rectificación era
sincera. Estos días, en las vísperas de los Goya, el ministro
ha insinuado la bajada del IVA cultural. Pero soy incapaz de no
advertir en esas palabras un descarado intento de aplacar la furia de la
ceremonia.
En Nantes no entienden nada. El legendario mimo de Francia
hacia su cine y su cultura les impide digerir que ahí al lado, en España, un
lugar sobrado de motivos para adorar su cine y su cultura, sucedan cosas tan
desconcertantes. En Francia suena absurdo que tres de los grandes poetas de
todos los tiempos (Lorca, Machado, Miguel Hernández) murieran como murieron;
los franceses no se creen que Luis Buñuel, al que ellos sienten como una gloria
nacional, sufra tanta displicencia por la inmensa mayoría de los españoles; en
Francia les parecen incomprensibles medidas como el IVA del 21% o los recortes
salvajes en los presupuestos destinados a la cultura; en Francia no les cabe en
la cabeza que un miembro del Gobierno cuestione abiertamente el cine de su
país; en Francia juzgan impresentable que en España la educación y la cultura
no sean asuntos de Estado, por encima de cualquier ideología o cambio de
gobierno. Berlanga siempre decía, a propósito de la ley de cine, que lo único
que necesitábamos en España era una traductora de la ley francesa. El amor de
Francia por la cultura forma parte del aire que respiran.
En Nantes son muy abundantes las zonas peatonales y resulta
muy llamativa la cantidad de zapaterías. Pilar Martínez lo aclara: "Aquí
llueve mucho y, como la gente pasea todo el rato, los zapatos se estropean
pronto". El marido de Pilar es el director técnico del imponente Teatro de
la Ópera de Nantes. Se llama Régis Vasseur y tiene la amabilidad de enseñarnos
este imponente edificio y detallarnos su historia. Con Pilar hablamos de
Zaragoza. Ella evoca a menudo a Juan José Carreras, uno de sus profesores más
inolvidables, y en la universidad mantiene amigos tan queridos como el
historiador Julián Casanova. Estos días, en Nantes, coincidí con Juan Manuel
Bonet, director del Instituto Cervantes de París, con el que hablamos de Pepe
Melero, Antón Castro e Ismael Grasa. Y, también, conocí a otro ilustre hijo de
Aragón, Emmanuel Larraz, catedrático de Literatura Española en la Universidad
de Borgoña (Dijon) e historiador del cine español. Emmanuel nació en Francia
pero sus padres eran de Huesca. Emmanuel conoce de memoria las películas de
Buñuel, Saura o Borau y algunas de ellas las utiliza para enseñar a sus alumnos
qué es eso del arte del cine.
Esta noche se celebra la gala de los Premios Goya, en la
que, por cierto, pueden resultar premiados varios aragoneses: Jorge A. Lara y
Francisco Roncal (por el guión adaptado de Zipi y Zape y el club de la canica),
Pedro Rodríguez (por el maquillaje de Las brujas de Zugarramurdi) y el aragonés
de Bilbao Gaizka Urresti por su corto Abstenerse agencias. Uno de los lugares del
mundo donde con más atención se va a seguir la ceremonia es Nantes, la capital
francesa del cine español, la ciudad de los zapatos.