28.12.17

Sopa de granada, aragonesa e iraní

Cuando hablamos de gastronomía aragonesa es cada vez más lógico encontrarnos con platos ancestrales que llegaron sus raíces desde países muy lejanos, pero es que Aragón es tierra de culturas, de amigables culturas que han estado aquí con nosotros y nos han ido dejando sus culturas de todo tipo, también las gastronómicas.

Esta sopa es rara, diríamos incluso que es MUY rara, pero no está mal conocerla, para esos días locos en los que deseemos probar algo diferente y recordar que Aragón es muy plural. Es la sopa de granadas de Irán adaptada al sabor aragonés.

Es una sopa de granada, de semillas de granada, que se trabaja con pollo, con mucha cebolla caramelizada, con algunas pasas o frutas secas y con unos costrones de pan majados o mojados con ajo para darles sabor contundente y casi farmacéutico.

Picamos muy fina una cebolla de las babosas, y la ponemos a pochar con un poco de aceite de oliva hasta que se torne transparente y más babosa todavía. Se le añade en ese momento un caso de vino tinto a cocer con la cebolla, mejor si es un vino garnachero de los potentes, una zanahoria a trozos o rodajas pequeñas para que no esté mucho tiempo en el fuego, unos trozos de pechuga de pollo (no muchos) cortados en pequeño, perejil picado, eneldo, menta, cilantro y un toque de pimienta negra, y se deja todo cocer como media hora. 

Los hay que incluso le añaden desde el principio un puñadico de garbanzos en remojo, para que se hagan con la carne, pero creo que eso es ya pecado. Y tiene que quedar una sopa espesa, potente, algo oscura, verdosa.

Pasado este tiempo se la añade unas setas de campo cortadas a tiras con las manos o unos boletus picados o en su defecto champiñones más dos cucharadas soperas de semillas de granada y una cucharada de yogurt, más otra cucharada sopera de fideos finos. Y se deja cocer otros 5 minutos según el fideo que se ponga.

Para comer…, sin duda unas buenas rebanadas de pan tostado al hogar con aceite de la zona alta de Huesca y ajo refrotado. Y unos huevos fritos de segundo, de esos de gallina libre de corral salvaje. ¿Vino? Efectivamente, un Somontano tinto o un Calatayud de Miedes. A tu gusto.

Luis Iribarren y Julio Puente