Todos con los móviles llevamos un
Gervasio Sánchez dentro. Yo no hacía una sola foto ni tenía, salvo excepciones,
maquineta fotográfica. No tengo álbum familiar alguno, solo los de todo Dios,
de momentos que casi me gustaría olvidar de mi ridiculum.
En casa y en pocas de las que yo
conocí de niño, no se viajaba mas que al pueblo o los pueblos, en mi caso de
dos reinos. No se hacían fotos los padres, y a los abuelos lo de captar su
imagen les parecía un robo de alma no menos grave que a los guerreros hammer
del sur de Etiopía. Todavía me reconozco hijo de ese reciente neolítico,
sintoísta y salgo con rictus de mala hostia en las fotos. Joder, es que no
salgo flaco y me gustaría… y seguir comiendo… No me basta con mi admirada
mirada de impartir justicia como en las novelas de McCarthy.
Pero bueno, evolucionamos. Y nos
supercartografiamos. Y soñamos Zaragoza
y Aragón y así los transformamos. Quizá con una mirada más pura de niño los que
no lo hemos hecho por analógicos y lo hacemos con lente china y no de Karl
Zeiss Jena.
Se están multiplicando así los
generadores de emociones. Los captadores de esa realidad, nos acercamos a Japón
para bien. Donde está muy desarrollada la cultura de lo efímero, la captación
de momentos únicos de la belleza circundante sin ínfula napoleónica
codificadora alguna.
Las iniciativas de participar y
calendarios subsiguientes se multiplican.
La que más me gusta de Aragón es
la que está presentado un nuevo mapa de
imágenes del Maestrazgo. Por tratarse de la comarca menos poblada y más
envejecida de Aragón, por su relación singular con Castellón, me parece
esencial a través de fotos volver al espíritu del general carlista Cabrera.
Enrocarse, tomar el Maestrazgo y observarlo por vivirlo a fondo. Esa tierra
dura de masadas.
Este año lo ha ganado Eduardo
Monero, vecino de Morella pero de Caltelserás, junto a Alcañiz. Con el pedazo
de olivera que presentamos. Es el convento de Cuevas de Cañart embellecido por
una olivera, una fotografía soberbia que parece salida de las misiones de
Paraguay o Brasil, cuando es Teruel. Qué hermoso legado presentarlo de esta
manera.
La nevada es el segundo premio, de
Eliecer San Rafael –vecino de Luco de Bordón-. Me ha roto para muy bien un
prejuicio, los drones pueden generar muchísima más belleza estática que
documental. Muy bien visto o intuido.
Felicitamos al premiado y a la
Comarca del Maestrazgo, las fotos se incorporan a un calendario con un efecto
demostración en cuanto a calidad de lugar que pone a la misma en el escaparate
europeo de las escapadas más auténticas que puedan hacerse si lo difundimos
todos. Lo vamos a hacer viajar, nos encantan este tipo de renovaciones de imagen
de tanta calidad, esas gotas de la mejor cultura urbana floreciendo en nuestro
cultísimo e histórico país del Maestrazgo.
29/11 Luis Iribarren