Zaragoza ciudad de ciudades 11: Distrito ACTUR y no Palo Alto
Mi primera entrada del blog hizo
una comparación onírica entre el Golden Gate y el Puente del Gállego de la
entrada de Santa Isabel. Tengo la suerte de conocer California, de haber
respirado su aire seco que nos hace estar en casa a la estirpe de los pastores
vascos y aragoneses que allí encontraron su lugar en el mundo para hacer dinero.
De entre las cosas que hice cuando
estuve, me dejé por hacer bastantes y debería volver, una fue visitar Sylicon
Valley. El milagro San Google, el milagro Facebook, el milagro iPad, el milagro
Adobe y tutti quanti a los que tanto debemos pero que tanto nos han encadenado
en otros aspectos…
De Palo Alto han salido los
polígonos-centro tecnológicos inseminados en todo el orbe, hasta en Irán, en un
intento de efecto demostración a nivel mundial de que no somos menos, cuando en
Suiza toda la industria farmacéutica y química que carda la lana, está
diseminada en el territorio.
No son tontos, lógicamente ninguna
Walqa tendrá nunca el poder de
convocatoria de investigadores y creadores destacados en cuaternario, incluso
del benasqués Barrabés entre todos y en su inicio, que no esperan a que se
construya ningún centro en su territorio sino que directamente van a San
Francisco para vivir ese ambiente único creador, ese Renacimiento
florentino-californio.
De esos polvos, entonces, vinieron
algunos lodos. Como la citada Walqa que va entre proyectos ya maduros pero con
todo sin duda mejor de lo previsto y el Proyecto de Belloch para recualificar
los suelos de Renfe de la cicatriz Almozara-Delicias, la Milla Digital, que no
va en su concepción inicial más que un poco ni al que se le espera…
Dirán, qué relación tiene todo
esto con el Actur, con ese barrio antigua huerta sobre antiguas balsas del Ebro
Viejo, previo también a la Ley del Suelo
del 76, actuación por expropiación semejante a la que generó Astún…
Ese lugar-distrito que se llama
como una ley que venía a paliar la falta de viviendas para la emigración rural
a una Zaragoza que duplicó población en los 60, una norma extraordinaria –UR de
urgente- que determina el fracaso de la política urbanística integral española
con leyes que siempre han ido detrás de la necesidad y la especulación, que han
alimentado el todavía vivo modelo de empresario español lazarillo Jesús Gil con
su fino hijo administrando la turbia herencia para que nos olvidemos con
suavidad… Ese barrio que tiene un nombre inconcebible en ninguna ciudad
europea, de toponimia legal tan chusca como las 3.000 viviendas de Sevilla… Ese
lugar aluvión para los votantes de Felipe González en 1982.
Eso sí, primer ensayo de
corbusierismo práctico en Zaragoza en el que las manzanas de equipamiento se
han ido vendiendo y colmatando después, generando uno de los centros de pulsión
de Zaragoza. Una nueva centralidad, certificada por el tranvía.
Centros comerciales de ya no
última generación, sedes sindicales de formación, bellísimas escuelas de arte,
estadios de atletismo de nuevo cuño pero, fundamentalmente, el polo campus de
inteligentsia científica de todo el valle del Ebro y todavía con reputación, la
Escuela de Ingenieros y demás institutos, allí residen.
Volvemos a lo ya dicho, si es una ciudad universitaria dentro de la
ciudad, si no es un distrito independiente… por qué no se ha reforzado ese polo
de conocimiento que ya existía en la ciudad consolidada como en el caso de
Palo Alto, vuelta en bucle al inicio.
Xerox o Hewlett, Google o Adobe,
tienen allí sus sedes porque son proyectos próximos a la impresionante
Universidad de Stanford, origen de todo el fenómeno.
Dónde están los usos mixtos en el
Actur que permiten la generación de un polo empresarial cercano, por qué y cuál
era la necesidad de desplazarse a Pla-Za o la Estación de Delicias, más allá de
justificarlas, y expulsar a los alumnos de semilleros tecnológicos tan lejos de
la ciudad.
El ACTUR se ha quedado parado en
el tiempo de la Cantudo y de Antonio Ozores. Sus jardines, mantenidos mejor por
empresas de inserción de minusválidos, son costosísimos de mantener por
extensos. Solo en ZWTC ha traído nueva actividad empresarial cuaternaria.
Es un barrio con sólo dos bloques
de pirámide de población representada, sin apenas actividad cultural. Sólo aporta
a la ciudad polaridad comercial y
universitaria.
Un distrito que habla bien a las
claras sobre el desagradecimiento político de la actual clase media zarandeada,
de los hijos de familias humildes, que una vez
recibida subvención para vivienda y pagada la hipoteca, se convierten en
liberales de secano aspaventando sobre un impuesto de sucesiones que… ¿no
debería afectarles? Padres de nuevos beneficiarios de VPO expulsados del ACTUR
hacia Zaragoza sur. Vamos, el eje sobre el que construir un Partido Socialista
de Aragón.
Ese barrio Isabelo de
reclasificaciones, donde nunca se ha tenido claro un proyecto global y se ha
improvisado en la manzana central, donde Aragón Televisión, la sede de la
Confederación Empresarial y la Escuela de Artes han dotado de menos vida a su
parte sur que el Colegio Molière o el gimnasio privado donde entrenaba el CAI.
Quizá la clase media baja nos
hemos vuelto así, quizá ya no queramos una vida de barrio ni una vida cultural
mínima donde moramos: consumidores de gasoil, móviles y consumismo para
adolescentes sin límites.
Eso me parece el ACTUR, un lugar
sin corazón, un proyecto dejado a medias para especular en otros suelos que ha
llegado tarde para albergar empresas de conocimiento. Y aun con todo es un
lugar simplemente confortable para vivir, donde ninguna esquina tapa del cierzo
ni la solinera de verano… Sostenible por los cojones.
21/12 Luis Iribarren