Jacetano adoptivo, con noble
apellido que portó reciente Justicia de Aragón, este señor de Mataró
recientemente fallecido entre nosotros, fue un brillantísimo especialista en
plantas y ecología del Pirineo.
Un enamorado de los de mirar un
prado con detenimiento. Como el profesor Martínez de Pisón, como tantos
ingleses, holandeses y suizos, sobre todo mujeres, a los que he visto desde
niño acotando con ramas de madera y una liviana cuerda tantos espacios reducidos
en la Canal y más arriba. Cercando flores, buxaqueras y chargas y contándolas.
Viendo la cantidad diferente de especies de matojos y aromáticas en tan pequeño
espacio. Con mi mirada de niño me preguntaba para que lo hacían y no pasaban un
brabán, espedregaban y ponían ordio o pipirigallo. Veía esas plantas como un
problema, no como una riqueza, el ajenjo y las lombrices.
Pedro Montserrat, nada menos que
en 1963 y como rama del CSIC, fundó el Centro Pirenaico de Biología
Experimental. Le debemos la cuarta infraestructura internacional con sede en
Jaca, ciudad intermedia con mayúsculas y capital con la Seu d’Urgell de toda la
montaña.
El Palacio de Hielo, la Comunidad
de Trabajo de los Pirineos, la Universidad de Verano de Jaca y el actual
Instituto Pirenaico de Ecología. En bellísimo edificio recientemente renovado,
con sede en la Victoria, la salida oeste a la Canal.
Este científico también era un
especialista en el estudio de los pastos y su diversidad –los hay que prefieren
cabras, los hay que prefieren caballos…- y creó una obra digna de Félix de
Azara y Linneo, el herbario JACA de plantas vasculares.
Por motivos obvios recibió el
Premio Medio Ambiente de Aragón. También tuvo un sinnúmero de grandes
discípulos dirigiendo tesis tan interesantes, tan sostenibles, tan necesarias
como las que se han ocupado de la singularidad floral de la Sierra de Guara,
del macizo de Peña Montañesa, Cotiella, incluso de Guipúzcoa.
La importancia de este
investigador es tal que muchísimas plantas que forman parte de la botánica
pirenaica reciben su apellido “monserratii” pues es el causante de su
catalogación. La espectacular foto corresponde al bellísimo “narciso de prado”,
estudiado por él a fondo en la proximidad de los ibones y prados de alta
montaña como Aguas Tuertas cerca de Estanés.
Lo vamos a hermanar con un destino
mundial que si no visitó, hubiera estado entusiasmado por visitar. La Península de Capetown, Sudáfrica junto a
la preciosa ciudad de la Roca de la Mesa, juntamente con el macizo Pirin
búlgaro y los valles del Himalaya indios, patrimonios de la humanidad por
motivos florales y botánicos.
Si en algún momento optásemos a
tal reconocimiento mundial, más allá del que recibe Ordesa, se lo deberíamos a
este catalán aragonés tanto o más que a nadie.
01/12 Luis Iribarren