8.7.17

Puentes de Aragón 1: San Nicolás de Bujaruelo



Puente de san Nicolás de Bujaruelo, para Rafa y Ara Pola. 
Es vuestro río, pero eres tú Ara… Así de limpia…

Llega el ferrojunio. El maestro Trasobares habrá de calarse las gafas de sol mucho antes este verano. No apetece comer mucho. Así que con el gran café aragonés interrumpo la serie “Alimentos Singulares” en este año que promete gazpacho de tomate de pera o de sandía a partir de ya. Además, en julio también me pondré las gafas de sol yo.

Pero antes, debido a la conmemoración del Puente de Hierro, una de puentes. En nuestras entradas han aparecido el Puente de Hierro, el de Gallur hermano y algunos otros.

Es el momento de tender puentes. Lo mismo a efectuar en ese PSOE a sumelzarse, con un previsible enroque de Lambán que puede dificultar todavía más la gestión con Podemos de verdaderas políticas de izquierdas en Aragón. 

Que son las que demuestra CHA con su gestión: volver a la denostada pero necesaria planificación, a la ordenación del territorio que tan soberbiamente ha ejecutado Navarra con la potenciación de sus cabeceras comarcales como sedes de industria globalizada, de industria agroalimentaria y ciertos servicios cuaternarios en Tudela, Estella o Sangüesa –aerogeneradores-. Y se siguen quejando…

Pero vayamos con mi puente favorito de Aragón. Tejiendo puentes entre Gavarnie y el valle de Broto, lugar más sencillo de paso que Bielsa en la historia, Bujaruelo es un valle virgen soñado para cualquier país europeo en su occidente. Es el Berchtesgaden aragonés, un nido de águilas. Un remanso de paz no ordesino.

El valle contiene para vadear el Ara un puente de arcada románica pero de factura popular, con argamasa de zaborros de río, sin pretil –mejor dicho, con pretil de piedra apuntada como el bellísimo del puente de Zaragoza-. Junto con los restos de San Nicolás, ambos nos evocan de una población-puente con cercanos bosques-árbol de boj, buxaqueras.

No muy lejano a esta población-paso de la que nada queda salvo un mesón sobre los cimientos de su antiguo hospital, tan importante como Santa Cristina de Somport, el circo de Gavarnie y una pista asfaltada muy practicable que culmina en la estación del mismo nombre.

Rápidos del Ara, en dirección a otro puente mítico. El Puente de los Navarros, acceso de Ordesa

La hospedería la gestionaban los Hospitalarios, nada menos que la Orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta. De la conexión Cinca abajo con Monzón hemos dado buena cuenta.

Las aguas heladas de la badina de Bujaruelo, el ibón de Estanés, las badinas de Luesia  o las fuentes de Tramacastilla en Albarracín, son bautismos de hielo que todo aragonés debe practicar como si de su Ganges en Benarés se tratara.

Para espabilar y devolverle a Aragón algo más de rasmia por cada uno de nosotros. Nuestro futuro depende de esos baños helados y de salir con fuerza y sin sopor de bochorno.

17/06/2017 Luis Iribarren