Costa
Rei, sureste de Cerdeña. Kilómetros de costa y bosque mediterráneo en estado
prácticamente intacto. ¿Costa Brava, año 1920?
Merece
siempre la pena dar una vuelta por el sur de Italia, que comienza en Perugia e
incluye a la inquietante Roma, por Córcega y Cerdeña.
Una buena
parte del arte y arquitectura aragonesas, desde la Roma que levantó los Bañares
o los pantanos de Mezalocha y Almonacid, pasando en la capital de la Corona por
el renacimiento de la Lonja y la Seo y siguiendo por el barroco de San Carlos,
antigua sinagoga, a Italia y la vuelta a
Vitrubio y otros grandes arquitectos e
ingenieros es debido.
Pero también
hay una corriente contraria, de que todo aragonés debe empaparse. El castillo
marítimo de Napoli, las vías centrales y palacios de la Palermo y de toda
Sicilia post normanda y árabe a la que canta Battiato, la disposición del
castillo y fortificaciones de Cagliari en Cerdeña, más que estar emparentadas
con el nuevo Estado “España”, se encuentran relacionadas con la Corona de
Aragón, heredera de su provincia Tarraconensis y de la vía Augusta.
Cerdeña
interior. Territorio monegrino-somontano, produce trigo en abundancia que da
lugar a su alimento básico: la sémola-cuscús. Contiene asentamientos
prerromanos similares a la cultura talayótica menorquina, los nuraxi.
Ese aire de
familia y toponimia catalano-aragonesa presente en Cerdeña como en los casos de
Alguer, Olbia, Palau, Iglesias, Cabras…, esos usos gastronómicos algo distintos
respecto de la Península Itálica, ese interior reseco y duro tan semejante al
paisaje del Somontano y Berbegal.
Juntamente
con la relación histórica de Cerdeña estrictamente con la Génova de los Grimaldi
ahora monegascos y de los Doria, aliada de la Corona por intereses mercantiles,
de la civilización mediterránea mestiza con gotas bárbaras y normandas de la
que provino el comandante Roger de Flor, Aragón es pasado pero también presente
de Cerdeña. Durante casi 200 años, no lleva siendo Italia el mismo tiempo.
Isla
inequívocamente con vocación de regne, como sucede con su hermana Mallorca. Con
un paisaje, idioma y gastronomía tan semejantes.
Costa
Oeste de Iglesias, calas semejantes a las de la Serra de Tramontana (Mallorca),
patrimonio de la Humanidad.
Aunque la
historia no se mastique en sus localidades y forme parte de la isla como en el
caso de Sicilia, Cerdeña presenta una virginidad paisajística compuesta por un
interior aragonés y una costa en ocasiones ampurdanesa, en muchas ocasiones
mallorquina y en algunas partes de su costa oeste minera, ibicenco-murciana.
Más bien,
recuerda a cómo deberían ser estos litorales de la Corona de Aragón antes de
que la importancia histórica como puerto natural y base de la flota de la
Corona de la playa de Salou, hayan sido mancilladas por su presente de modo
irrecuperable.
Al que no se
le augura ningún futuro, pues casi ningún cliente de la Costa Dorada tiene
interés alguno en tomar vermú en Reus, degustar vino en Falset o viajar hasta
el Ebro y el Matarraña.
Mientras
dure, una recomendación, disfrutad de este paraíso. Que permite al turismo
familiar una
convivencia total con el mar y con el entorno. Y el mar es lo
único que nos falta para la felicidad paisajística plena… Ahora bien, lo
tuvimos. Éste es el nuestro, donde los almogávares de la Val d’Echo o de Tena
tenían que aprender a nadar en agua donde se flota.
Agua azul
marino esmeralda.
31/07 Luis Iribarren