A veces pienso que el mayor enemigo de Aragón somos los propios aragoneses. Nuestra actitud llega a ser provinciana en muchos momentos. Nos preguntamos para qué se hacen las cosas y, una vez hechas, para qué sirven.
Tenemos un gran patrimonio, legado de un pasado envidiable, pero por esa falta de convicción en la defensa de cuanto es nuestro, otros incluso llegan a hacerlo suyo. Dominios perdidos históricamente y otros en riesgo de extinción. Este es el caso del aragonés, nuestra lengua autóctona, de filiación románica y reconocida como lengua propia en el Estatuto de Autonomía de Aragón. Amo a mi tierra y a todo cuanto ello conlleva, por eso cuando alguien de fuera la desprecia o minimiza también me lo hace a mí. Si no era suficiente con la continua manipulación exterior de todo nuestro acervo ahora también llega desde dentro.
Dice la diputada del PP en nuestras Cortes, María José Ferrando, con nómina sostenida por la ciudadanía aragonesa, tanto por los que votaron sus siglas y los que no, que “el aragonés es un idioma inventado y que nadie lo habla”. Por su salida de tiesto en esa falta de respeto y menosprecio denota la animadversión hacia lo que, obviamente, desconoce. En su empeño casi fóbico, por si no era suficiente, su desconsideración hacia esos pocos o muchos aragoneses parlantes, remata su faena destructiva diciendo que eso es la lengua de CHA.
Uno no sabía que este partido político se fundara en el siglo XII. Época desde el punto filológico de nacimiento de la lengua aragonesa y de los otros cuatro idiomas romances de la Península Ibérica como el gallego-portugués, el asturiano-leonés, el castellano y el catalán.
Termina su exposición diciendo, por si quedaba alguna duda de su deseo de enterrarla “en Cataluña sí tenían un catalán vivo y en este caso la fabla no existe", Decía Martin Luther King, “Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que piensa.
Daniel Gallardo Marin